George Russell, un talento audaz contra Hamilton

Russell nació y creció en Kings Lynn, una pequeña ciudad del condado de Norfolk, al este de Inglaterra. Es el menor de tres hermanos. Gracias al mayor, Benjy, comenzó su afición a los coches. Durante un tiempo ambos compitieron juntos, siempre acompañados por el padre de familia, Steve, que ejercía de chófer, mecánico y mentor. De entre los dos el que logró sobresalir fue el pequeño George, que acabó convirtiéndose en campeón de Europa de kárting con 14 años.

Su salto a monoplazas se produjo en la F4 británica, campeonato en el que arrasó al primer intento. Esa temporada le reclutaron también para correr la última cita del año de la Fórmula Renault europea, en Jerez. Russell volvió a hacer de las suyas y ganó a la primera. Aquel día comenzó la historia de amor del piloto británico con la ciudad andaluza, que luego se extendió al conocer a la que hoy es su novia, la jerezana Carmen Montero. Poco después firmaba su primer contrato con Mercedes, que le unió a su cantera de jóvenes pilotos junto con Pascal Wehrlein y Esteban Ocon.

A Russell, como a tantos otros, el bautismo en la F1 le tocó en una escudería sumida en una profunda crisis. La histórica Williams le acogió en 2019 como parte del acuerdo para montar los motores Mercedes y le juntó con Robert Kubica . El polaco nunca volvió a ser el mismo después de su accidente, pero aún así resultaba un piloto incómodo. Pese a todo, Russell consiguió superarle en 18 de los 21 sábados.

Al año siguiente le tocó superar una prueba de fuego. «Recibí una llamada telefónica de Toto Wolff a las dos de la mañana del martes», explicaba Russell sobre el momento en el que se enteró de que iba a debutar con Mercedes. «En realidad estaba en el baño en ese momento, lo cual fue un poco incómodo. Respondí y Toto me dijo que Hamilton había dado positivo por Covid y que querían que yo le sustituyera». Aquella noche el británico no pudo dormir. Tres días después estaba subiéndose al W11, o al menos intentándolo. «Mido diez centímetros más que Hamilton, y el ingeniero bromeó sobre que habría que hacer algunos cambios en mi cuerpo... Al final solo tuve que ponerme unas botas más pequeñas para que entrara mi pie y estar un poco apretado».

Ni siquiera esas incomodidades evitaron que Russell brillará sobre el asfalto de Sakhir, donde se quedó a menos de una décima de arrebatarle la pole a Bottas. El sonrojo para el finlandés era evidente, pero fue peor un día después, cuando su compañero novato le ganó por velocidad en la salida. A Russell se le acabó escapando aquella carrera por un pinchazo y por un enorme error del equipo, que le puso los neumáticos equivocados y le obligó a realizar una parada extra. El inglés, al menos, salió de allí con la vuelta rápida, la primera de su carrera, y el aplauso unánime de la parrilla. «Cuando seguía las carreras desde casa me impresionaba bastante», explicaba hace pocas semanas Fernando Alonso. «Sacaba siempre algo especial de cada fin de semana. Esa carrera en Baréin fue suficiente para abrir los ojos de millones de personas». En su regreso a los grandes premios, Alonso quiso sumar el casco de Russell a su colección. A cambio le entregó uno de los suyos con un mensaje: «Futuro campeón del mundo».

En Spa logró su primer podio después de asombrar en una clasificación dramática con neumáticos intermedios. Su velocidad a una vuelta es una de sus virtudes principales, pero sus jefes valoran también la tranquilidad que transmite dentro del monoplaza y su valentía en los momentos críticos. De momento, Hamilton le ha dado una calurosa bienvenida aunque esas ententes amistosas no suelen durar mucho en la F1: «He admirado a Lewis desde que estaba en karts. Se ha convertido en un modelo a seguir», dijo ayer Russell.