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Fórmula 1

El aficionado a las carreras, objetivo de la nueva F1

Los nuevos dueños democratizan el evento y buscan una conexión más cercana a los seguidores

Fernando Alonso se hace una fotografía con aficionados en Montmeló EFE

J. CARLOS CARABIAS

A eso de las 13.00 del domingo en Montmeló, una escena resumió la nueva atmósfera que fluye en la Fórmula 1. Bernie Ecclestone, el eterno supremo del negocio, paseaba solo por el paddock, sin su séquito habitual, ese pequeño ejército de guardaespaldas que lo ... protegían, lo adulaban o lo cortejaban. De frente al solitario Bernie se cruzó un robot en tono gris metalizado, un transformer accionado por control remoto que se detuvo ante el campamento de Red Bull. Ecclestone lo miró con cierto desdén desde sus 85 años y una vida dedicada a filtrar la Fórmula 1 como un reducto exclusivo de pulseras vip. El artefacto motorizado se impuso. Concitó la atención de cientos de personas y cámaras. «La F1 no es una hamburguesería», había protestado el magnate inglés. Tal vez no llegue a eso, pero en Barcelona se ha apreciado un cambio: el deporte del lujo se socializa. El aficionado que puebla las gradas y paga su entrada se ha convertido en el objetivo de los dueños americanos, que no quieren tanto paddock club sino vitalidad en las tribunas y un sesgo popular.

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