Alonso: «No es lo mismo bajar la visera con 130.000 personas que con las gradas vacías»

-¿Cómo está? ¿El injerto en la mandíbula ya olvidado?

-Bien, bien. Tampoco es algo que me guste mucho comentar, ni creo que tenga ningún impacto en mi forma de conducción y en las carreras. Tengo dolores, sí, en la boca, en los cambios de temperatura, de presión. Lo lógico cuando alguien tiene una placa. Me afecta al preparar la comida, la manera que como. También me di un golpe en la rodilla, en el hombro, que no requirió cirugía, pero sí rehabilitación.

-Todavía le dura...

-Igual es la primera semana en la que no tengo dolores al hacer nada. Hasta ahora sí los tuve. Eso no implica que no pueda frenar fuerte, que no pueda girar a la derecha o a la izquierda. Para conducir no hace falta comentar nada de esto, pero para hacer una vida normal sí se nota. Ahora se puede decir que casi casi estoy al cien por cien.

-Después de su accidente, ¿le ha cogido más miedo a las bicis o a los coches?

-No ha cambiado nada, ni con las bicis ni con los coches. La primera vez que me subí en la bici, en los test de Bahréin, había pasado casi un mes del accidente, hacía mucho viento y sí que sentí un poco de miedo. Pero bueno, a los pocos kilómetros ya me sentía normal. Las últimas semanas estuve montando en bici con normalidad, sin ningún pensamiento extra.

-¿Es posible la convivencia del ciclista con los coches?

-Como ciclista me he sentido siempre seguro, ni miedo ni parecido, tampoco después del accidente. Sí noto que como conductor tengo mayor respeto a los ciclistas. Quien no ha estado nunca en una bici en carretera, no sabe bien lo que siente el ciclista. Si eres ciclista amateur y luego conduces, tratas al ciclista de manera diferente. Tienes más paciencia, te apartas más metros y lo que haga falta.

-¿Sigue buscando inspiración en la literatura japonesa?

-Sí, sigo leyendo cosas. Sigo teniendo los libros que me gustaban y me sigue sirviendo para entender la vida y sus momentos de alegría o dificultad de una manera más filosófica.

-Estamos en Barcelona, un gran premio de España que vive en el alambre y no tiene garantizada su presencia en el futuro...

-Hay poco que añadir. Todos los pilotos, y en especial los españoles, estamos encantados. No solo por el gran premio, que sale perfecto, sino por los test invernales, que son un banco de pruebas aquí en España. Ojalá se tenga en cuenta y esté muchos años. No depende de nosotros, no tenemos ni voz ni voto frente a los actores económicos o políticos.

-¿Cómo vive este paddock de pandemia tan desangelado, sin gente, sin periodistas, sin invitados?

-Ha cambiado la forma de vivir la F1, sí. Hay algunas cosas que están mejor, eh (ríe), el paddock más calmado. Echo de menos los domingos, que no hay ambiente de carrera. Es como jugar un partido de fútbol, gusta que haya banderas, aficionados, gritos. Es más triste. No es lo mismo bajar la visera con 130.000 personas que con las gradas vacías. Los jueves, viernes, con los libres, los ingenieros, las reuniones, estás con la cabeza en otro sitio. Es una vida más tranquila. Pero bueno, habrá mil personas este fin de semana. Parece que abrirán más en las próximas carreras. Ahora parece que la cosa coge velocidad. Ojalá haya público en las gradas y algún periodista en el paddock...

-¿Cómo trabaja en dos direcciones, para 2021 y para el gran cambio reglamentario en 2022?

-Sí, es verdad que hay muchas cosas desconocidas en la vida del piloto, pero muchas de ellas las veréis en la segunda temporada del documental.

-¿Afectará tanto a los pilotos esa revolución que se anuncia en 2022 o no será para tanto?

-A los pilotos no nos afectará tanto. Al final te subes a un coche que no sabes si va a ser un segundo más rápido o dos segundos más lento. No hay ningún cálculo aún. Será un coche de carreras y cuando te subes será inapreciable. Tosa la zona del copkit, el volante, los botones, el halo, todo eso será idéntico. Desde el punto de vista del piloto, no será una revolución.

-¿Entonces?

-En cuanto a prestaciones, sí. Se busca más igualdad. Hay muchas piezas comunes, menos margen de desarrollo en zonas clave del coche que son muy costosas, para que todos los equipos pueden tener un rendimiento igualado sin necesidad de que haya 1.500 personas. Si hay revolución, será en competitividad y en igualar las cosas. Eso se espera.

-Ha probado de todo en el motor, Le Mans, 500 Millas, Daytona, la Resistencia, el Dakar. ¿Se puede concluir que la F1 es lo más grande?

-Sí, estoy de acuerdo. La F1 es lo más. En cuanto a dedicación, perfeccionismo, y no me refiero a conducir. Hablo de preparación física, nivel técnico con los ingenieros... Si hablas con el ingeniero de neumáticos, es la perfección, el máximo. Lo mismo con todas las áreas. Un sponsor requiere un retorno importante. Es todo más sofisticado. Pero al conducir, da igual si te subes a un F1 o a uno de las 24 Horas. Encanto tienen todas las categorías.

-Ha dicho más de una vez que incluso para usted, un doble campeón del mundo, está resultando difícil adaptarse a la complejidad de la F1 actual.

-Todos los cambios de categoría son complejos. Lo que me ha pasado en mi carrera es algo excepcional, diferentes eras de la F1, neumáticos, motores, equipos, carcasas... Siempre he pasado adelante. Es como si viene un piloto del Dakar y hace podio en la segunda carrera. En el Dakar hice segundo en una etapa, top 5 varias veces. O en Daytona, karts o u otro coche. En Ímola entré a tres décimas de mi compañero, en Portimao a un segundo y es noticia. Parece que la gente habla de una adaptación lenta y es por lo raro que ha sido que nunca me ha pasado en mis veinte años de carrera.

-Con vistas al Mundial, Hamilton está rozando la perfección...

-Así es. Está en un momento dulce, de integración total con el equipo, y hasta con suerte en momentos críticos, como le pasó en Ímola. Tiene el mejor coche, sí, pero con el mejor coche hay que rendir cada fin de semana. En lluvia, en seco, carreras en las que el Red Bull está cerca y cuando está más lejos. Esto solo se puede hacer cuando estás al máximo de tu nivel. No sé si se le valora lo suficiente, pero yo le doy mucho crédito a Lewis. Mercedes ya no tiene el dominio de hace tres o cuatro años, que sí ganaban con bastante facilidad. Y a él no le influye, siempre da el máximo.