rugby - mundial femenino

Derrota de España ante una Nueva Zelanda de otro nivel (54-8)

Un ensayo en el último segundo, el mejor premio ante las hexacampeonas del mundo

Entrevista a Alba Vinuesa

El España-Nueva Zelanda, disputado en York afp

No es fácil debutar en un Mundial contra las defensoras del título y a España le costó los primeros dos minutos y medio de partido salir de su campo. Pero una vez superada la línea medular se quitó los nervios de encima y empezó a ... perderle el miedo a Nueva Zelanda. Hasta ese momento las leonas se habían visto impresionadas por el comienzo mundialista ante las hexacampeonas mundiales y por el 'haka' con el que las intimidaron antes del pitido inicial; mas en cuanto se asentaron en el terreno de juego de York, pudieron dedicarse a disfrutar del rugby. Sin pensar en el resultado.

Porque lo importante era plantar cara al equipo más poderoso del planeta, con deportividad y dando el máximo nivel posible. Y la cara que se ofreció fue magnífica en ese sentido.

Luego, en lo referente a lo estratégico, ante las 'black ferns' no caben los errores, y en cuanto fallaron los primeros placajes los puntos empezaron a caer por su propio peso. Diez minutos después (7-0) empezó a imperar la lógica y sucedió lo que se suponía, que las oceánicas abrirían sin piedad la espita de su anotación (14-0).

España intentaba contraponer buenas acciones defensivas a la rapidez y contundencia en ataque de sus rivales (21-0) y fue en los dieciséis minutos finales de ese periodo cuando entraron por primera vez en la zona de 22 contraria con la ilusión de poder estrenar su casillero.

La afición hispana empezó a hacerse notar y en ningún momento se vio que las jugadoras de González Marruecos se dieran por vencidas. Con un buen juego en defensa y en touches, anotaron sus primeros puntos gracias a un golpe de castigo de Amaia Argudo (21-3), a seis del descanso. Y con ese marcador y la buena actitud reflejada por las ibéricas terminaron yéndose a la caseta.

En la reanudación las ibéricas hicieron bien en obviar los puntos que por decantación fueron cayendo en su contra y en centrarse en lo que estaban haciendo bien: la actitud defensiva y la eficacia en los saques laterales. Por eso celebraron como un triunfo el ensayo logrado sobre la bocina después de que el fondo de armario kiwi no dejara de anotar (54-8). Las españolas se abrazaron por el logro conseguido y el esfuerzo realizado. Nunca una derrota fue más dulce, pues es el mejor aprendizaje.

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