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El Dakar 2024 promociona su trampa: una etapa de 48 horas

Se disputará el recorrido más duro de la historia, un día con una carpa, un saco de dormir y un kit de supervivencia para los pilotos. Sainz aspira a su cuarta victoria y a destronar a Al Attiyah

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Yazeed Al Rahji, en las horas previas al Dakar AFP

En época de opulencia y bolsillos llenos con sede en el país que ha comprado el deporte, Arabia Saudí, el Dakar pretende volver a sus orígenes. Regresar a ese germen de aventura y pasión que inspiró a su creador, Thierry Sabine, a fundar una ... carrera loca entre París y Dakar que acabó con su vida. Sabine falleció en 1986 al estrellarse su helicóptero contra una duna del desierto.

A la arena acude Carlos Sainz (61 años) con la aspiración ganar por cuarta vez en lo que sería el primer triunfo de un coche eléctrico (Audi) y también en la que puede ser su última participación.

En ese propósito de recuperar la odisea, el Dakar (la carrera conserva este nombre pese a que no se disputa en África desde hace 16 años) ha preparado una etapa bomba, pura adrenalina y estrés en modo maratón. Una etapa de 48 horas. Dos días, jornada doble, 600 kilómetros de recorrido cronometrado y dos trazados diferentes para coches y camiones, y motos y quads.

Los pilotos partirán por la mañana, atravesarán el mayor desierto de la península Arábiga e intentarán completar la mayor distancia hasta la hora fijada, las 16 horas. En ese momento deberán localizar el primer campamento disponible para dormir y trabajar en la reparación de sus vehículos.

La asistencia consistirá en un coche médico por campamento, un coche de la organización, una carpa, un saco de dormir, un kit de supervivencia y pastillas para encender un fuego. A las siete de la mañana del día siguiente, los pilotos reemprenderán la marcha hasta la meta, donde conocerán los resultados de la competencia y el suyo propio.

Están prohibidos los móviles, cualquier sistema electrónico de localización o que tenga cobertura. Un desafío a ciegas, a la antigua. Llegar a un lugar, dormir bajo las estrellas y trabajo manual en el coche, algunos como el Audi RS Q e-tron E2 de Sainz, un vehículo de ciencia ficción con tres motores eléctricos y uno de combustión que genera energía para alimentar las baterías.

David Castera, el organizador de la prueba que pertenece a la estructura de Amaury Sport Organisation (ASO) propietaria del Tour de Francia, se inspiró en el antiguo Rally de Aragón que experimentó algo así en una de sus ediciones. «Era una idea de locos y fue un desastre total porque no había donde dormir, solo piedras», dijo el francés.

Un Dakar difícil

«Quería un Dakar difícil. Ya fue duro el año pasado, pero quería ir más lejos», argumenta Castera, aunque ese logotipo, el de la exigencia del Dakar, va incluido de serie. Puede suceder cualquier cosa en esta macroetapa de 48 horas, pero también en otro punto del recorrido, que consta de 8.000 kilómetros en catorce días plagado de trampas por el reino del Golfo y que concluirá el 19 de enero en Yanbu, junto al Mar Rojo.

El favorito debe ser el último ganador, el simpático jeque qatarí Al Attiyah, que ha cambiado la fiabilidad de Toyota por Prodrive, una estructura más pequeña que no parece restarle competitividad. Al Attiyah se entrena para el Dakar en la comarca del Bagés, en la provincia de Barcelona, a menos de una hora de la Ciudad Condal, donde es propietario de una fabulosa finca en Castellfullit del Boix, 426 vecinos censados.

En esta pequeña localidad el jeque árabe se mimetiza con el desierto. Las dimensiones de la finca en tonos ocre permiten una pista de arena de siete kilómetros por el bosque cercano, una ruta más corta de dos kilómetros y un camino para principiantes sin apenas ondulaciones. Allí, con sus coches, salta de montículo en montículo, simulando un Dakar en miniatura. «No es que sea bueno, es que estoy loco», bromeó con un grupo de periodistas invitados a su finca hace dos años. «He ganado el Dakar cinco veces con tres equipos diferentes. Haremos historia si ganamos el Dakar 2024 con Prodrive Hunter», afirmó el qatarí de 53 años.

Carlos Sainz ha conquistado el Dakar tres veces con tres coches diferentes, Volkswagen, Peugeot y Mini, y se ha sometido a dos pruebas de esfuerzo en los últimos meses para medir su capacidad atlética, los watios por kilo que mueve en la bici, su consumo de oxígeno, la frecuencia cardiaca. Y se siente fuerte. «Tengo motivación porque disfruto con lo que hago», asegura.

Según el madrileño, «el Dakar no es una prueba de resistencia, como se cree, y a ver qué pasa. Todo lo contrario. Es una carrera de velocidad, se va al esprint todo el día».

Según confesó en la presentación de su proyecto con el Audi eléctrico, éste podría ser su último Dakar, ya que tampoco está confirmada la continuidad de la marca alemana en la carrera del desierto. «El coche es un reto tecnológico enorme. Yo me miraré en el espejo después de este Dakar y seré honesto».

Otros candidatos a tener en cuenta para la victoria serán el francés Sebastian Loeb, nueve veces campeón del mundo de Rallys, y su compatriota Stéphane Peterhansel, poseedor del récord de victorias en la prueba (14, seis de ellas en moto).

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