Ciclismo
Vingegaard sentencia a Pogacar en un duelo pirenaico para el recuerdo
Tour de Francia
El danés aprovecha la enésima exhibición de su compañero Van Aert y vence en solitario en el Hautacam para acariciar su primer Tour de Francia
El líder Vingegaard asciende en solitario el Hautacam
Si este es el mejor Tour de Francia de los últimos 20 años es por etapas como la de este jueves. Una jornada repleta de valentía, ataques por doquier en ascensos y descensos por las laderas pirenaicas donde esta carrera se hizo eterna, caídas ... , desplomes y una exhibición para el recuerdo entre dos chicos imberbes que marcan el dogma de un nuevo ciclismo tan bravo como el épocas muy pretéritas.
Jonas Vingegaard aguanta las mil acometidas de Tadej Pogacar en el Col de Spandelles, aprovecha la enésima exhibición de su fugado compañero Wout van Aert en el decisivo Hautacam, fulmina al bicampeón esloveno a cuatro kilómetros de meta y sentencia un Tour de época. El danés escala en solitario y, como en el Granon, donde se vistió por primera vez de amarillo, vence en uno de los puertos insignia la carrera gala. El Jumbo completa su obra: derroca al bicampeón con una compleja estrategia de equipo para acariciar su primer Tour.
Pogacar muere con grandeza. Atormenta al líder Vingegaard en la ascensión al duro Col de Spandelles. Le ataca feroz en cinco ocasiones; una tras otra, cada punzada es más dura e intensa que el anterior. El joven balcánico lo intenta todo con envidiable tesón, pero, a pesar de su empeño, Jonas no desfallece. Aguanta las cuchilladas, sigue a su estela y demuestra tener piernas de sobra para el definitivo Col de Hautacam, donde claudica la etapa reina que decide la carrera.
Perseverante al extremo de la definición, en la bajada del inesperado protagonista Spandelles, el insaciable Pogacar arranca de nuevo. Sorprende al líder, que al borde del colapso pierde el control de su rueda trasera y casi se va al suelo, provocando momentos de terror en los coches del Jumbo. Aunque el que lima el asfalto es el del UAE: Tadej entra tarde y veloz en una curva, atraviesa la inestable grava y pierde el equilibrio. El nórdico lo intuye y al auricular se lo confirman, pero decide no sacar ventaja. Vingegaard mira hacia atrás y espera a su prójimo en un gesto de bonhomía excelso. Pogacar llega a su vera, le ofrece su mano en agradecimiento y ambos firman una imagen que dignifica a este deporte.
La batalla en la decimoctava etapa sigue camino al ocaso en el Hautacam, ese bello puerto del Pirineo francés donde Induráin perdió su sexto Tour o donde Nibali confirmó su superioridad en 2014. Vingegaard toma el ejemplo del siciliano, destroza al prodigio y sentencia, salvo hecatombe en la contrarreloj del sábado, su primera gran vuelta en una etapa que difícilmente será olvidada.
La enésima exhibición de Wout
No va a ganar este Tour y quizá nunca consiga una gran vuelta, pero por exhibiciones como la de ayer, Wout van Aert es considerado por muchos el mejor corredor en activo.
Comienza la etapa en los idílicos prados del valle donde se emplaza la bonita Lourdes y, pese a tener asegurado el maillot verde, el polivante ciclista belga se lanza al ataque en el primer kilómetro de la jornada. Van Aert, otro día más, está en la fuga dispuesto a regalar espectáculo. Con dos victorias de etapa y cuatro segundos puestos en su haber, Wout quiere dejar su impronta en la alta montaña pirenaica. Culmina el Aubisque y el Spandelles en cabeza; ataca en el Hautacam, deja atrás a Pinot y, en el momento previo a desfallecer, ayuda a su líder Vingegaard a dejar en la estocada a un malherido Pogacar. Termina tercero siendo, a pesar de su perenne protagonismo, vital para el colectivo.
En la otra cara de la moneda está Enric Mas. Como el miércoles en Peyragudes, el líder del Movistar se desploma en la alta montaña y pierde su lugar entre los diez primeros de la general. Mientras una oleada de portentos recuperan el lugar de las clásicas y las grandes vueltas en el mundo del deporte, el ciclismo español ahonda su crisis.
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