Vingegaard sella su segundo Tour y Pogacar recupera la sonrisa con la victoria de etapa

El Tour de Francia 2023 regaló un último espectáculo antes de la llegada a los alrededores de París. Una etapa corta pero plagada de rampas, propicia para los ataques y para los nervios de los primeros clasificados. Para calentar las piernas, pocos kilómetros más allá de la salida en Belfort la subida al Ballón d'Alsace, un puerto de segunda categoría y mucha historia. Fue la primera cima de entidad que subió la ronda gala en su historia, allá por 1905, y donde estrenó su palmarés de victorias el gran Eddy Merckx.

Después, el Col de la Croix des Moinats y el Col de Grosse Pierre, ambos también de segunda y preludio del ascenso al Col de la Schlucht, de tercera. Y para rematar los 133,5 kilómetros de la etapa, dos puertos de primera, el Petit Ballon y la Col du Platzerwasel.

Lo que para las piernas y las cabezas de muchos corredores fue un último suplicio, para Giulio Ciccone se convirtió en el mejor escenario para rematar su trabajo en este Tour. El ciclista del Lidl-Trek fue el gran protagonista de la primera mitad de la etapa antes de la batalla final en las últimas ascensiones. Arropado por su equipo y empeñado en atar su título de campeón de la montaña, coronó en primera posición los cuatro primeros puertos hasta asegurarse matemáticamente el llamativo 'maillot' de puntos rojos. El primer italiano en lograrlo desde Claudio Chiapucci en 1992.

Ciccone formó parte de un grupo de escapados que se formó tras la caída en el kilómetro 33 de Carlos Rodríguez, en la que también estuvo implicado Sepp Kuss y que dejó al español magullado, con varios cortes en el rostro, aunque pudo seguir en carrera.

A ese grupo se uniría después de coronar el segundo puerto otro de los protagonistas de la jornada, el francés y héroe local Thibaut Pinot. Buen conocedor de la zona. Al igual que Ciccone, el corredor del Groupama tenía un objetivo, atacar en el penúltimo puerto del día, el Petit Ballon, en cuya cima le esperaban familia y amigos. Y así lo hizo. Nada más comenzar las rampas de este puerto el galo se lanzó al ataque, primero con su compañero y compatriota Valentin Madouas y enseguida en solitario. Así coronó el alto para delirio del público presente.

Mientras, en el pelotón UAE primero y Jumbo-Visma después, los equipos de Pogacar y Vingegaard, aceleraron el ritmo. Más que por neutralizar a los escapados con el objetivo de tensar las dos últimas ascensiones y evitar sobresaltos a sus líderes.

En la subida al último puerto del día llegó el esperado hachazo de Pogacar, que se levantó de la bici amenazante a cinco kilómetros de la cima, pero no consiguió descolgar a un Vingegaard sobrado. Una circunstancia que aprovechó el austríaco Felix Gall para ponerse al frente de la carrera, atrapar a los últimos escapados, Pinot incluido, y buscar la victoria de etapa.

Pero el implacable líder del Tour también la quería, porque había ganado la contrarreloj pero no una etapa en línea. Sus gestos controlando a Pogacar en todo momento pese a su amplia ventaja en la general lo demostraban. La falta de colaboración en el grupo de cabeza permitió a los hermanos Yates sumarse a la lucha por la etapa.

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Ya reunidos, Adam Yates hizo de escudero de Pogacar que, tras responder a un ataque de Vingegaard, celebró con rabia el triunfo sobre la línea de meta. «Estoy muy feliz de acabar así para volver a sentirme bien», se confesó el esloveno acabada la etapa. «El equipo ha hecho un gran trabajo».