Tour de Francia
Poels triunfa en el Mont-Blanc, Hindley se hunde y Yates amenaza a Rodríguez
etapa número quince
Triunfo del neerlandés en una etapa marcada por otra montonera al poco de su inicio
Pogacar lo intentó a 900 metros, pero Vingegaard no le permitió recortar ni un solo segundo
El sexitano sufre en el puerto final, pero mantiene su tercera plaza en la clasificación general
Carlos Rodríguez, gesta histórica
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Iniciar sesiónA sus 35 años, Wout Poels logró lo que durante tanto tiempo estuvo buscando. Por fin, una etapa en una gran vuelta. En este caso, en la mejor de las tres, el Tour. Victoria en solitario del neerlandés en el Mont-Blanc, tras una ... larga escapada que comenzó junto a 37 ciclistas más y la acabó él en solitario en la despedida de los Alpes. Ahí justo donde se hundió Hindley, un día más fatídico para él tras el calvario de Morzine, y donde Adam Yates puso en peligro la tercera plaza de Carlos Rodríguez. El ciclista sexitano, una vez más, supo tener la cabeza fría y gestionar sus piernas del modo más inteligente que debía hacerlo. No se hundió cuando no pudo seguir la rueda del británico y dosificó las fuerzas para perder el mínimo tiempo posible. El ciclista granadino sigue en puestos de podio, con el británico a 19 segundos, tras recortarte 18 en meta.
Como ocurrió ayer camino de Morzine, la etapa estuvo marcada por otra montonera. En el kilómetro 59, un aficionado estiró su brazo cuando y dónde no debía para hacerse un selfi al paso del pelotón. Movimiento estúpido. E imprudente. En esa parte de la etapa, el ancho de la calzada no era demasiado generoso, tanto que los seguidores colocados en la cuneta podían sentir el aliento y tocar el sudor de los ciclistas. Cualquier gesto más allá de los aplausos y gritos habituales era comprar lotería para una caída. Y así fue.
El imprudente brazo del aficionado tocó a un ciclista del Alpecin, que se fue al suelo ipsofacto y tras él una veintena de corredores entre los que que se encontraban varios Jumbo, como Kuss. Eso provocó el parón de un pelotón que, en ese momento, solo perdía treinta segundos respecto a una fuga de 38 corredores y se fue hasta los ocho minutos y cuarenta segundos en el sprint intermedio, a falta de 100 kilómetros para la meta.
En esa amplia escapada estaban los españoles Óscar Fraile, Mikel Landa, Juanpe López, Ion Izagirre, Alex Aranburu y Marc Soler, que hasta la subida al Mont-Blanc es quién estuvo más cerca de la victoria, pero ahí le fallaron las fuerzas. De ese grupo amplio de fugados, lo intentaron varios corredores. Primero, Alaphilippe y Lutsenko, luego Haller, más tarde Rui Costa y, por último, Skjelmose. Hasta que llegó el ataque bueno.
Ataque de Marc Soler
A 48 kilómetros del final, Soler hizo hueco y coronó en solitario Aravis. Detrás de él se fueron Van Aert, Poels y Neilands. El letón fue el primero en caer, literalmente. Un malentendido con una moto lo echó al suelo. Golpe feo que le pudo costar la retirada. Luego cedió Soler, aunque cuando estaba a punto de volver a unirse a Poels y Van Aert se topó con el ataque del neerlandés, definitivo para la etapa.
Por atrás, el pelotón se sostuvo siempre en una diferencia de unos seis minutos, sin ambición alguna de cortar la fuga. Vigilancia total entre Pogacar y Vingegaard hasta el arreón final del esloveno, que lo intentó a falta de 900 metros para la meta, pero en esta ocasión no logró despegar en ni un solo momento al danés. Combate nulo por la clasificación general a la espera de la jornada de descanso de este lunes y de la decisiva contrarreloj individual de este martes en la que Pogacar tiene todas las papeletas para vestirse, por fin, de amarillo.
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