ciclismo | entrevista
Iván Romeo: «Mis vacaciones eran ir con mis padres al Tourmalet»
El campeón del mundo contrarreloj sub 23 es ciclista por la afición de su familia a recorrer el Tour durante los veranos
Iván Romeo, el oro 25 años después
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Iniciar sesiónIván Romeo (Valladolid, 21 años) suena fresco y más maduro al otro lado de la videollamada. Está en Zúrich, donde ha ganado el título mundial de contrarreloj para menores de 23 años. Una conquista que enlaza con Induráin, Olano, Iván Gutiérrez, sus antecesores y que ... ameniza la charla con ABC.
—Induráin, Olano, Iván Gutiérrez y ahora Iván Romeo, campeones mundiales contrarreloj. ¿Cómo le suena?
—Me suena a que estoy haciendo las cosas bien, ¿no? Hay mucho trabajo por hacer y por mejorar, pero estar al lado de esos nombres es un sueño.
—¿Ha visto en Youtube a Induráin?
—Claro que lo he visto. Es una referencia para mí y para todos los ciclistas españoles.
—¿Por qué es ciclista?
—En mi familia siempre ha gustado mucho el deporte, también el ciclismo. Desde que éramos muy pequeños con 6 o 7 años mis padres me llevaban a ver el Tour de Francia a los Pirineos. Íbamos de vacaciones al Tourmalet. Recuerdo a mi hermano subiendo en bici con ruedines, tirado por una cuerda de mi padre, yo iba con la bicicleta siendo muy pequeño. Era la afición de la familia.
—¿Subieron los 17 kilómetros del Tourmalet tirando de su hermano con la cuerda?
—Ya no me acuerdo si todo el puerto, pero sí. Es una foto que tenemos en casa de mi hermano Sergio.
—Eran los Tour de Contador.
—Los de Contador y los de Froome, también estaban el Bala (Valverde) y Nairo dando guerra. Ahí es donde empezó todo. Tengo grandes recuerdos en las cunetas del Tour, fue una época de disfrutar.
—¿Iban en caravana, hotel, cámping?
—Solíamos ir de cámping, algún hotel también, pero ya ha llovido mucho.
—¿Es ciclista por la afición de su padre?
—En cierto modo sí, a mi padre le ha gustado mucho siempre y mi madre poco a poco también le fue cogiendo el gustillo. Nos gustaba el deporte, no solo el ciclismo. Ahora mi hermano y yo estamos en el pelotón (Sergio, en el Kern Pharma) y siempre con el apoyo de la familia.
—¿A qué se dedican sus padres?
—Mi padre lleva toda la vida trabajando en el Hospital Río Hortega de Valladolid y mi madre es profesora.
—Ha comentado que su padre empleó sus vacaciones en acompañarle a Zúrich. ¿Qué hicieron?
—Sí, ha estado conmigo preparando el Mundial, fuimos a reconocer el recorrido. Preparar una cita como esta siempre es muy duro mental y físicamente. Es una inspiración para mí en todos los sentidos, siempre estaba para ayudarnos. Y si no sabía, se lo inventaba.
—Antes los ciclistas provenían de la necesidad. Ahora, de la abundancia. ¿Está de acuerdo?
—Bueno, no sé. Mi familia es normal y corriente. Comparto los valores que inculcaron. Trabajo, esfuerzo y esperar el resultado con los pies en la tierra siempre. Yo soy el mismo que ayer antes de ganar la crono y seguiré siendo igual pase lo que pase.
—Siempre se habla de la ausencia de afición al ciclismo entre los jóvenes...
—No estoy de acuerdo. Cada vez hay más gente en España que anda en bici, aunque también es verdad que antes había más equipos. Siempre va a haber mucha tradición en España.
—¿El peligro de la carretera retrae a los chavales?
—No sé, podemos convivir coches y bicis en la carretera, nosotros somos los primeros responsables. Y los conductores que se quejan, hay que decir que tampoco a mí me gustan otras cosas y las aceptamos.
—Siendo de Valladolid tenía que ser un rodador.
—Es verdad que aquí no hay montañas, pero bueno, siempre te buscas la vida en Navacerrada, por ejemplo.
—¿Qué le enseñó la escuela del exciclista Juan Carlos Domínguez?
—Todo. Empecé cuando tenía 10 años y estuve con él hasta los 16. Todo en él era ambición, nunca le valía el segundo puesto, siempre hay que apuntar más alto, me decía.
—España, país de escaladores tradicionalmente. Usted, contrarrelojista. ¿Cómo ha sido esa inclinación, por su altura (1,93), su cuerpo, su gusto?
—Físicamente se me adapta muy bien, y siempre me ha gustado. Siempre se me dieron las contrarrelojes cuando era pequeño, al final le coges el gusto y lo trabajas más que otras modalidades. Para mí es un valor seguro porque la contrarreloj depende de ti, de tu preparación y de lo que tú hayas hecho. Y no hay tantas variables como una carrera en ruta. Es una lucha contra ti mismo, es muy dura, pero es muy satisfactoria cuando te salen bien las cosas.
—Es raro escuchar a un ciclista decir que le encanta la contrarreloj.
—Es una disciplina muy difícil, muy poco agradecida, muy pocas veces sale bien, pero gracias al trabajo vamos mejorando.
—¿Tiene estudios?
—Terminé el Bachillerato y empecé un grado superior, pero este deporte te quita todo el tiempo y ahora estoy centrado totalmente en la bici. No te voy a decir que me considere culto, pero sí me gusta saber un poco de todo y saber de lo que hablo. Me gusta conocer el mundo en el que vivimos. Ahora se pierde mucha información, puede que sea un poco diferente a mi generación.
—Le veo disputando antes la París-Roubaix que el Tour.
—No sé, es una carrera difícil, pero sí, por ahí pueden ir los tiros. Ahora se trata de seguir trabajando en las contrarrelojes, habrá que ir puliendo detalles y yo creo que puedo sentirme a gusto en las carreras de un día y supongo que también en las de una semana que tengan una crono y que a lo mejor no sean muy duras, que no haya excesiva montaña. También debo enfocarme en ser un poquito mejor cada día, dar algo más en cada carrera que compita y crecer como ciclista.
—Induráin tenía su perfil, era muy alto, perdió peso y terminó ganando cinco Tours... En el Movistar, su equipo, hay una larga tradición del Tour de Francia.
—La verdad es que no me veo en el Tour, no creo que sea el enfoque que deba darle a mi carrera. Aunque nunca se sabe por donde puede ir el futuro, no es una de las ideas que tengo en la cabeza.
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