CICLISMO / MUNDIAL
Evenepoel, una obra de arte para ser campeón del mundo
mUNDIAL DE RUTA
El prodigio belga, vencedor de la Vuelta, gana el oro con una exhibición en solitario
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Iniciar sesiónComo es costumbre Remco Evenepoel cabalga solo hacia la victoria. No es amigo de compañías, sino del silencio que le procura su propio esfuerzo, su clase en la bicicleta y esa valentía genética que lo transporta hacia el éxito. De nuevo el prodigio belga zarandea ... al ciclismo en Wollongong (Australia), lo somete a su voluntad. Dos semanas después de haber conquistado la Vuelta a España y de haber entregado a Bélgica un gran tour después de 44 años, Evenepoel levanta una obra de arte para envolver su triunfo: 25 kilómetros en solitario sin más oposición que el viento de cara. Oro para el fenómeno, plata para el francés Laporte y bronce para el australiano Matthews en una decepcionante carrera de la selección española (Cortina, undécimo), que no tenía grandes argumentos para discutir con los números uno.
El Mundial ofrece siempre las mejores estampas de cada temporada, ciclistas sin pinganillo, ordenados por selecciones, pasajeros de una sesión intensa de casi siete horas que entrega el maillot más reluciente de este deporte. Una fantasía que, aunque a deshora australiana, nunca defrauda.
Han pasado treinta kilómetros y se ha retirado Van der Poel, protagonista de una trifulca con unas adolescentes que le obliga a pasar por la comisaría y a no descansar en las horas previas. Uno de los favoritos deja vía libre a Remco Evenepoel, quien se impone en la jerarquía de su selección a Wout van Aert, el otro crack con opción a oro.
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La fuga se forma a larga distancia, como le gusta a Evenepoel. A 70 kilómetros de la meta se marchan 25 corredores, entre los que solo hay ojos para Evenepoel. Hay cuatro franceses, pero no el líder Alaphilippe. Hay un esloveno, pero no es Pogacar. Hay varios italianos, pero ninguno es Bettiol o Trentin. No hay españoles y el equipo de Momparler se obliga a trabajos forzados en el pelotón sin mucho motor para amortiguar la escapada.
El Mundial, la carrera que se suele resolver en el último kilómetro, se clausura a 32 kilómetros cuando Evenepoel pone en marcha la centrifugadora y completa la fuga de la fuga con el kazajo Lutsenko.
La persecución que se monta por detrás, con Jensen, Rota, Eeckhorn y Schmid, deja mucho que desear en cuanto a watios y altura de miras. No son corredores para cancelar el sueño de Evenepoel, que ya ha dejado a Lutsenko y se encamina hacia su primer título mundial.
Sin pinganillo ni referencias, Evenepoel pide tiempos al cámara de la moto. Además de expresarse con una personalidad apabullante, el nuevo ciclismo necesita los datos. El belga ha arrasado a la competencia, pero no siente seguro hasta que que penetra en los últimos kilómetros.
Llega la amenaza de Van Aert, que es tan bueno como Evenepoel, pero es compatriota y, en consecuencia, no puede tirar para cogerle según los códigos del ciclismo. Van Aert quiere su plata y empuja al pelotón en un arreón espectacular que sepulta a todos los fugados.
Aterriza Evenepoel en la meta y comete una memez derivada de la soberbia. Manda callar a sus presuntos enemigos, el dedo en la boca reclama silencio, mientras él, orgulloso, dice aquí estoy, al estilo de Cristiano Ronaldo. Gana como un campeón, pero con ese sesgo de altivez mal encauzada.
Iván García Cortina llega con el grupo de Van Aert y está lejos de cualquier éxito, undécimo en el esprint que se adjudica el francés Laporte por delante del australiano Matthews.
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