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En la curva palestina de Valladolid: «¿Por qué gritan a todos los ciclistas?»

En el kilómetro 10,5 de la contrarreloj de Valladolid, los manifestantes increpan a todos los corredores

Opinan los excorredores: «Están atentando contra la vida de los ciclistas»

Manifestantes proPalestina al paso de los ciclistas AFP

A las 12 de la mañana, más de horas antes del comienzo de la contrarreloj de la Vuelta a España en Valladolid, una abuela ataviada con el kufiya (el pañuelo palestino jaspeado) grita desaforada: «Asesino». Se lo dice a un ciclista del ... Baréin que pasa lanzado por la zona vallada sobre el río Pisuerga. A las 15 horas, en plena disputa de la crono, en el mismo cruce de la calle Isabel la Católica con el puente del río, se concentran dos grupos de manifestantes pro palestinos.

El coro que acompaña a la Vuelta a España, banderas palestinas en verde, blanco, rojo y negro, se han reunido en las dos esquinas del cruce a 10,5 kilómetros de la meta en el Paseo de Zorrilla. Decenas de enseñas del territorio árabe ondean en esta zona de Valladolid. Al menos doce policías custodian el área.

La sintonía de la protesta es conocida y muy respetable. Gritan «no es una guerra, es un genocidio», «Free Palestina» y «Netanyahu asesino». Lo curioso del caso es que solo hacen sonar sus percusiones y sus voces cuando pasa alguno de los 153 ciclistas que continúan en la competición.

Se hace el silencio en la zona, los manifestantes calientan las gargantas y cada dos minutos (el tiempo de margen entre los corredores, que salen de uno en uno), se gestiona la rabia. «Asesinos», gritan al paso de los ciclistas, da igual el equipo, la nacionalidad o el origen. El asunto hierve algo más cuando transitan los ciclistas del Israel, que son menos reconocibles al haber quitado el nombre de Israel de su maillot.

Los empleados de camisetas verdes y la policía municipal controlan el tráfico, los coches de los equipos se cruzan y van a la zona de los autobuses. «Crucen por debajo del puente, por favor», indican los policías a los viandantes que quieren pasar a la otra acera.

Un señor de barba y gafas se acerca al grupo de manifestantes y trata de razonar. «Si estamos de acuerdo en la reivindicación, estamos con Palestina, pero ¿qué culpa tienen los ciclistas?», pregunta. «Se trata de que nos oigan», responde educada una de las manifestantes.

Unos metros más allá los aficionados y los curiosos aplauden a rabiar a todos los ciclistas, da igual el origen o el equipo. Los chavales que acaban de salir del instituto montan un tenderete a la sombra con bocadillos y refrescos. Un niño de la mano del padre hace la pregunta clave: «Papá, ¿por qué gritan cuando pasa un ciclista?». «Se manifiestan», dice el padre.

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