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París-Roubaix

Éxtasis de Colbrelli y desolación de Van der Poel en una Roubaix agónica

La clásica del adoquín se disputó en condiciones durísimas, por la lluvia, el frío y el barro

Las impactantes imágenes de la París-Roubaix: épica en el 'Infierno del Norte'

José Carlos Carabias

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El resumen de seis horas de ciclismo agónico es el césped del velódromo de Roubaix, donde llora y grita el italiano Sonny Colbrelli, la cara bañada de barro al estilo de los mineros, pura alegría después de ganar la gran clásica del adoquín, la París- ... Roubaix. En la misma secuencia llora Mathieu van der Poel, el rostro tapado, tumbado boca abajo, sin consuelo posible después de perpetrar una carrera colosal, al ataque, y quedar tercero en un esprint de tres después de 257 kilómetros. Es el epílogo de una prueba agónica, más superlativa que nunca en la angustia del lodo, la lluvia, el pavé, las caídas y el instinto de supervivencia.

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