La UCI amenaza a los ciclistas con pinganillo
Anda el Tour enredado en el cable de un pinganillo, el auricular por el que corren las órdenes de los directores a los ciclistas. La Unión Ciclista Internacional (UCI) informó el 3 de junio a todas la escuadras de que dos etapas del Tour se ... disputarían sin emisoras: la de hoy y la del viernes, que incluye cinco puertos de montaña. La organización de la ronda gala se frotó las manos. Considera que eso encenderá el desorden, el espectáculo. Una carrera desbocada. Pero ayer, los equipos anunciaron otra propuesta: querían que dos ciclistas por escuadra portaran los aparatos. Por si hay caída o accidente. Por prudencia. La UCI amenaza con sancionar e incluso expulsar a los ciclistas desobedientes. «Si hay peligro de exclusión, todos saldremos sin pinganillo», sentenció ayer uno de los directores afectados. Así será.
El Tour lo magnifica todo. Mientras Sastre decía en Limoges que es casi imposible ganar el Tour ante la hegemonía «intimidatoria del Astana» y que subir al podio no le hace «ni tilín ni talán», la carrera se liaba con el hilo del pinganillo. Otro cisma. Primero se reunieron siete equipos con ASO, la entidad propietaria del Tour: el Astana, el Katusha, el Quick Step, el Silence, el Rabobank, el Columbia y el Garmin. Entre los siete diseñaron una propuesta alternativa al silencio que quiere imponer la UCI. Que sólo dos corredores por escuadra lleven el aparato. A esa opción se sumaron luego el resto de los conjuntos.
Pero el Tour no dio marcha atrás. Ni la UCI. A sólo unos meses de que haya elecciones presidenciales, Pat McQuaid no se arriesgará a ir contra una decisión adoptada por el comité interno del organismo. Sin pinganillo y punto. Y al que lo lleve, sanción (de hasta 10.000 francos suizos) o expulsión.
Será por tanto una etapa sin radio. Con los corredores sin lazarillo. Sostenidos sólo por sus propias decisiones. Y eso no les ha gustado. Ni a Contador: «Puede pasar algo y provocar que el más fuerte no gane la carrera». Ni a Voigt, la voz del pelotón: «En el Tour hay muchísima gente en las carreteras, accidentes, manchas de aceite en un descenso... Las radios podrían salvarnos la vida».
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