Las chicas se adueñan del ring: «Fui a una velada de boxeo y me quedé maravillada porque las veía fuertes y valientes. Al día siguiente me apunté»
Las licencias femeninas se han multiplicado en solo diez años. De las 211 que había en 2014 han alcanzado las 4.638 en 2024, según la Federación Española de Boxeo
Los gimnasios donde se imparte esta disciplina han pasado de 154 a 719 durante el mismo periodo y, con ellos, las chicas que se ponen los guantes
El baloncesto crece hasta las 157.000 licencias femeninas en 2024 y refuerza su posición de liderazgo
Cuando Laura decidió subirse por primera vez a un ring con 16 años -de esto hace apenas una década-, en su club solo había chicos con los que guantear. Cuando decidió que quería competir, la que entonces era una adolescente de un pueblo de Asturias ... tuvo que hacer kilómetros y kilómetros para entrenar. «Fue un poco difícil, íbamos buscando chicas para hacer 'sparring' por diferentes partes de Asturias, incluso nos íbamos a Santander».
No era un problema geográfico. A Jennifer en Granada le sucedió lo mismo cuando se puso los guantes a los 15 años para hacer kickboxing. La proporción de las clases, recuerda, era de 20 chicos y solo dos chicas: ella y otra compañera. Cuando decidió «mejorar sus puños» y cambiar al boxeo con 19 años había algunas más, «pero nada en comparación con lo de ahora», afirma con una enorme sonrisa que disimula a la perfección el duro entrenamiento que acaba de terminar en el Centro de Alto Rendimiento.
«Lo de ahora» son solo 10 años de diferencia pero una realidad muy diferente. En este tiempo, esas dos adolescentes son referentes de esta disciplina en España: Laura Fuertes (Asturias, 1999) se convirtió, en París, en la primera boxeadora española en ir a unos Juegos Olímpicos y Jennifer Fernández (Granada, 1995) se ha proclamado varias veces campeona nacional y es una de las boxeadoras con más influencia en redes sociales en nuestro país, con casi 300.000 seguidores en Instagram y otros tantos en TikTok, donde comparte rutinas y ejercicios.
Y el boxeo femenino, en esta última década, ha crecido al mismo ritmo que ellas. «Cuando vuelvo de vacaciones a casa entro en cualquier gimnasio y hay fácilmente diez chicas entrenando», cuenta con orgullo Jennifer. En el club de Gijón donde entrena Laura cuando no está en el CAR de Madrid no solo hay más chicas que antes: «Hay niñas con 5 años y ves cada vez más adolescentes y mujeres que van aunque solo sea como hobby o para mantenerse en forma», relata la asturiana a los pies de uno de los tres cuadriláteros que presiden la enorme sala donde tantas horas pasa. Moño en alto, rodeada de sacos y espalderas, coge un par de guantes que son ya una extensión más de su cuerpo.
Laura Fuertes, en el CAR de Madrid.
Que las mujeres están cada vez más presentes en el deporte es más que evidente. En 2024 superaron por primera vez el millón de licencias en el total de disciplinas, pero dentro de los deportes de contacto, el boxeo es el que está viviendo una verdadera explosión a nivel general y entre las mujeres en particular. Si en 2014 había 211 licencias femeninas, un 6,7% del total, en 2024 se habían multiplicado hasta las 4.638, según los datos de la federación, de las 15.315 totales que recoge el CSD.
Los programas de fomento del boxeo femenino, así como el programa Universo Mujer de Iberdrola y la mayor visibilidad en la televisión y en las redes son algunos de los factores que han provocado este auge, según Felipe Martínez, presidente de la Federación Española de Boxeo. A eso se suma el mayor número de referentes: «Tenemos la primera boxeadora española en unos Juegos y eso hace que las niñas tengan a quien seguir. Lo ven posible». Hay que decir que si el boxeo es un deporte con una larga historia en los Juegos, no ha sido así en la categoría femenina, que no se llegó a incluir en el programa olímpico hasta 2012, en la cita de Londres.
«Mi abuela al principio me decía: 'ay, que no te toquen la cara'. Pero ella lo ve también, le gusta mucho y está atenta a mis combates»
Jennifer Fernández
En este sentido, Laura y Jennifer se han convertido en las imágenes que ellas mismas buscaban en sus inicios. Sin ningún tipo de arraigo familiar con este deporte, las dos se enamoraron de él en sendas veladas viendo a otras deportistas. «Mi padre se dedicaba al judo, tenía en casa un saco de boxeo, pero no te creas que yo le hacía mucho caso. Justo abrieron un gimnasio en mi pueblo, hicieron una velada y dije: 'voy a verlo a ver qué tal'. Vi a dos chicas compitiendo y me quedé maravillada, porque las veía fuertes, rápidas y súper valientes. Yo era prácticamente una niña. Al día siguiente le dije a mi padre: 'papá, apúntame al gimnasio'», recuerda la granadina.
En 2018 ganó su primer campeonato de España y solo un año después, cuando se creó el equipo femenino -hasta entonces no había-, lo dejó todo para irse a Madrid. «Vendí mi coche, dejé mi piso y el trabajo y me vine aquí un poco a ciegas, pero la verdad es que es la mejor decisión que pude tomar». Aunque su familia la respaldó en todo momento, las generaciones más mayores tuvieron que asimilarlo más despacio. «Mi abuela al principio me decía: 'ay, que no te toquen la cara'. Pero ella se pone ahí y lo ve también, le gusta mucho y está atenta a mis combates».
Jennifer Fernández, en el CAR de Madrid.
Su labor como 'influencer' del boxeo empezó de casualidad, con vídeos de técnicas y movimientos básicos que cada vez iban llegando a más personas. «Muchas chicas me escriben para que les dé algún consejillo». Aunque los comentarios machistas, reconoce, también son habituales. En una ocasión, compartió un vídeo haciendo 'sparring' con otra competidora a la que confundieron con un chico y recibió comentarios de todo tipo. «Yo friego, tranquila», son otros habituales a los que ya está acostumbrada. «Es muy fácil comentar desde tu sofá con el mando de la tele, con la cervecita en la mano y viendo a una chica que entrena, se esfuerza y está haciendo cosas que quizás te gustaría hacer a ti y no puedes», afirma sin un ápice de resquemor.
Tanto ella como Laura han demostrado que el boxeo no es solo de chicos: «Con la imagen que damos se cambia eso de que es un deporte masculino, es muy importante para que se vaya desmitificando eso», dice la asturiana. Una de las grandes barreras la rompió ella misma representando a España en París: «Era el momento ya de que una chica estuviera en los Juegos Olímpicos». Eso, afirma, ha ayudado a que el boxeo tenga una mayor visibilidad. Y es que en la actualidad, es el octavo deporte con mayor seguimiento (12%) según Statista, por detrás del fútbol (85%); el tenis (50%), el baloncesto (49%), el motociclismo (29%), el ciclismo (28%), el atletismo (15%) y el balonmano (15%). Y el fenómeno es incluso mayor fuera de nuestras fronteras.
El pasado 11 de julio, el Madison Square Garden acogió el tercer encuentro entre la irlandesa Katie Taylor y la puertorriqueña Amanda Serrano -ambas se convirtieron en 2022 en las primeras mujeres en encabezar un combate de boxeo en dicho escenario- y agotó las entradas con casi 20.000 asistentes que disfrutaron de la victoria de Taylor. Alrededor de 4,2 millones de espectadores sintonizaron el evento principal en EE.UU., según VideoAmp y Netflix, convirtiéndolo en el evento deportivo profesional femenino más visto de 2025.
Los clubes federados se han quintuplicado en 10 años
Si en 2014 había 152 centros federados que impartían esta disciplina, en solo 10 años se han multiplicado por cinco -pandemia mediante- hasta los 719 de 2024
Sin embargo, aunque este es un buen espejo de la evolución de este deporte, refleja solo una parte de él. Lejos del CAR y de los cuadriláteros profesionales, los centros deportivos son otra muestra de este 'boom'. «Estamos creciendo mucho en clubes a nivel nacional, y eso es importante porque tú no irías a practicar boxeo si no lo ves», sentencia el presidente de la Federación. Se trata de un tipo más lúdico que gracias a 'influencers', programas para empresas, etc. mueve cada vez a más personas. Si en 2014 había 152 centros federados que impartían esta disciplina, en solo 10 años se han multiplicado por cinco -pandemia mediante- hasta los 719 de 2024. «Hay gimnasios de fitness que se dan a conocer con técnicas de boxeo y cuando entras es cuando lo conoces», apunta Martínez.
Fue precisamente así como empezó Idalisa. Se topó con una cadena de gimnasios con grandes ventanales donde los sacos y el ring se ven desde la calle y le picó la curiosidad. Su marido, de joven, había practicado boxeo, pero a ella nunca le llamó la atención, ni este ni ningún otro deporte. «Reconozco que mi vida era súper sedentaria. Un día entré a probar, me gustó y aquí estoy dos años después», cuenta en mitad de uno de sus entrenamientos entre el retumbar de los sacos y la música. Empezó sola y solo unos meses después se apuntó su hija Patricia, de 16 años. «No tuve que convencerla, se dio cuenta de que me gustaba mucho y se animó».
Idalisa y Patricia son madre e hija y entrenan juntas.
A ella siempre le ha gustado el deporte, pero es el boxeo el que más le ha convencido. «Me gusta porque hacemos cardio, estiramientos, plancha, abdomen, de todo. Es muy completo», dice mientras el sudor le resbala por la frente. Aunque aseguran que aún llama la atención cuando dicen que practican este deporte, las clases a las que acuden están formadas por mujeres en un 40%. «Cada vez me da la sensación de que es más común entre el público femenino», dice Idalisa.
Y esa sensación la confirma Raquel de la Orden, directora de Márketing y expansión de Morales Box, donde entrenan. «Somos de los centros donde más mujeres asisten y el número va en aumento cada año», explica. Y el perfil es muy variado: «Hay de todo, vienen desde niñas en 'kids' con 7 años. Son chicas súper normales, que vienen a entrenar, a pasarlo bien. No tenemos competidores, es un boxeo para gente de a pie. No hay contacto pero cuando a alguien le apetece subirse al ring tenemos una escuela de 'sparring'».
Cansada de probar deportes de equipo, Patricia, una de las alumnas de Morales Box que se atreve con el 'sparring', buscaba después de la pandemia alguno individual «de mucho movimiento y mucha acción». «La primera clase me dejó matada, pero al llegar a mi casa me encontraba súper bien. Me apunté y aquí llevo ya tres años». Cuando empezó a los 15, reconoce que a sus padres les daba «un poco de cosa porque les parecía algo violento». «Ahora ven que no es un peligro y están contentos».
A los 12 años empezó Esperanza, en una clase que contaba ya con la mitad de niñas y la otra mitad de niños, también después de probar otros muchos deportes. «Poco a poco te van enseñando los golpes, a pivotar, a moverte bien, porque no es solo pegar, es también la coordinación, la manera en la que te proteges...». A los 14 ya pasó a la clase de adultos y ahora, con 16, lo disfruta «como si no hubiera un mañana»: «Es una sensación de autocontrol que luego en tu día a día lo puedes aplicar. Mejoras tus reflejos y las emociones. A la hora de estudiar, en mi caso, en vez de estresarme tanto, paro, analizo la situación y te das cuenta de que te controlas un poco más a ti misma».
Ya sea para competir o para mantenerse en forma, el boxeo femenino vive su etapa más dulce. Ellas han tomado el ring y no se van a bajar.