Zorzales y cosechadoras

Hace muchos años, cuando la conservación de muchas especies salvajes no era una necesidad, cazábamos gorriones por la noche con escopeta de aire comprimido y linterna. Por entonces aquellos constituían una plaga que causaba daños a las cosechas, una situación bien diferente a la de ahora, en que a la ya muy disminuida población de páseres por diversas razones le ha surgido una enfermedad que los diezma, la malaria aviar.

Durante la invernada los zorzales coincidían frecuentemente con los gorriones en los dormideros y también eran objeto de nuestra caza. Pero ambas especies, muy astutas, se levantaban nada más oír nuestra aproximación, por lo que había que elegir las noches de agua, en que se hace menos ruido y las aves aguantan más con el mal tiempo.

Por ello, no entiendo bien por qué, ahora que se cosecha la aceituna con máquinas en los cultivos oleicos intensivos, estas absorben y matan las aves que duermen en los olivos. Con el ruido y los movimientos que se producen en los setos y la luz, los zorzales que duermen en ellos deberían levantarse ante la aproximación de las cosechadoras. Tampoco entiendo por qué hay que cosechar de noche la aceituna, ya que el aceite, a diferencia del jugo de la uva, no hay que fermentarlo y por ello poco importa que la aceituna llegue a la almazara con más o menos grados de temperatura.

Las voces conservacionistas se han dejado oír y además algún medio ha declarado que también se destruyen muchos nidos, lo cual es improbable porque la recolección de la aceituna se realiza en meses de otoño e invierno, cuando las aves no están criando.

Ante la alarma, la Administración andaluza ha dictado una prohibición cautelar sobre la cosecha nocturna, hasta comprobar y estudiar el impacto denunciado, no solo sobre zorzales sino también sobre otras especies como currucas, pinzones, petirrojos, etc.

Entiendo esta una medida acertada si realmente los hechos son tal como han sido denunciados. Pero al mismo tiempo debo insistir una vez más sobre las matanzas de zorzales y otras aves migrantes que se producen cada otoño durante su arribada, cuando se atraen con reclamos electrónicos en plena noche para conducirlos hasta redes invisibles donde son capturados.