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Jabalíes urbanos, un fenómeno en alza

Estos animales no buscan alimento en ciudades porque pasen hambre en el monte sino porque les resulta más fácil

Un científico administrando vacunas a un grupo de jabalíes Trofeo

Pablo Capote

El jabalí es una especie oportunista y de gran capacidad de adaptación, que ha experimentado una espectacular expansión demográfica en las últimas décadas paralela al abandono rural, el crecimiento del monte y la disminución del número de cazadores . Esta propagación de la especie ha hecho que se establezca en zonas periurbanas desde donde hace frecuentes incursiones también en la trama urbana de muchas ciudades europeas como Barcelona, Berlín, Varsovia, Montpellier, Génova o Madrid, dado el abanico de recursos antropogénicos que en ellas encuentra. El jabalí ha pasado de ver al hombre como un depredador a considerarlo una fuente o proveedor de alimento.

A medida que aumenta su número lo hacen también los conflictos sociales, antes restringidos al medio rural. En las ciudades ocasionan daños en zonas verdes a infraestructuras y mobiliario, asimismo provocan accidentes de tráfico y muestran un mayor grado de agresividad, siendo crecientes los ataques tanto a animales de compañía como a personas. Otro de los riesgos que conlleva la convivencia con estos incómodos vecinos es que se trata de uno de los vectores de transmisión de graves enfermedades como la triquinosis, brucelosis, la peste porcina o la tuberculosis , algunas de ellas de posible transmisión al ser humano. También microorganismos, nematodos pulmonares, gastrointestinales y otros parásitos son sus huéspedes.

Se trata además de un problema que se retroalimenta por varios factores, por ejemplo las jabalinas son fértiles cuando alcanzan los 30 kilogramos de peso aproximadamente, lo que consiguen rápidamente comiendo nutritiva basura, pienso para gatos, etc. Además, las madres más gordas tienen más crías que serán más sanas y que las harán abuelas más pronto.

Un grupo de jabalíes comiendo basura Trofeo

Las intervenciones propuestas son muchas pero casi siempre poco efectivas, como la esterilización de hembras, la captura de ejemplares, la utilización de repelentes odoríficos o de pastores eléctricos . Pero siendo realistas, las soluciones pasan por dos tipos de actuaciones que son complementarias: por un lado reducir su población y por otro disminuir el atractivo del ambiente urbano mediante la concienciación social. La caza sigue considerándose la principal herramienta de gestión directa del jabalí, pero no está permitida en las áreas urbanas ni en sus zonas de seguridad, así que la disminución del aporte alimentario sería la medida más factible. Evitar que los animales puedan encontrar comida y, por supuesto, concienciar a los ciudadanos de que el jabalí no busca alimento en los cascos urbanos porque pase hambre en el monte sino porque le resulta más fácil.

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