El WiZink hace llorar a Rudy y el Madrid se queda a un solo triunfo del título

Se besó el escudo y se le escurrieron las lágrimas a Fernández, pues muy posiblemente estaba viviendo sus últimos minutos en la catedral blanca. Esta será su última temporada en el baloncesto y, si su equipo vence en Murcia, no habrá vuelta a casa del héroe. Se convertirá en leyenda. «Espero no tener que volver aquí», aseguró entre risas antes de encarar el túnel de vestuarios.

No conoce el miedo el UCAM Murcia, solo quiere demostrar en cada posesión de esta final de la ACB que nadie le ha regalado nada, y eso lo convierte en un equipo de lo más peligroso. Incluso sus integrantes menos aventajados, como Diagné, dan espectáculo. El senegalés solo necesitó unos segundos de partido para taponar a Tavares y sacarle la primera falta al caboverdiano. Buen hacer igualado por Musa, majestuoso el bosnio en la definitiva serie, una anguila a la hora de filtrarse por la defensa rival.

Jugaba muy fluido el Real Madrid y solo Kurucs, como en el primer envite, suponía un constante dolor de muelas, tanto en defensa como en ataque. El empuje del letón y alguna genialidad de Sleva impedían que los blancos se distanciasen en en el marcador, que era de lo más igualado en el primer cuarto. Cuando sonó la bocina, los locales solo mandaban por tres.

Crecían los visitantes gracias al tándem formado por Caupain y Morin y el banquillo del Madrid perdía los nervios por momentos, tanto que incluso recibió una técnica. Mala racha rota por un salvaje mate de Yabusele tras rebote ofensivo, ante dos rivales, que desató la locura en el WiZink. El ala pívot propulsó a los blancos cuando más dudas tenían, con tanta contundencia como brillantez. Un dos más uno del galo y un triple de Campazzo auparon la ventaja hasta los siete puntos, la mayor diferencia de la noche.

Siguió apretando el Madrid en los últimos minutos, algo confundido y desfondado el UCAM. Fue Rudy Fernández el que castigó dos errores defensivos rivales con dos triples, ambos desde la misma posición. Un final agridulce para la gran primera parte del Murcia, pero es de sobra conocido que el Madrid no permite desconexiones, mata sin piedad cuando le dan la oportunidad. Una distancia de diez fue su premio.

Les faltaba gasolina a los visitantes. Solo así se puede entender que concedieran tres rebotes ofensivos consecutivos a Musa, que no tuvo más remedio que anotar un gran triple ante tanta permisividad. El ex del Breogán flotaba por la pista, imparable en un camino hacia el aro que casi siempre acababa en una nueva canasta. Apretaba el Madrid como nunca en la eliminatoria, pero el UCAM, gracias a Sleva y a su infinito coraje, conseguía mantenerse con vida.

Se congeló el recinto después de que Rudy se llevase las manos a la rodilla derecha tras un choque con Radovic. Mal trago que quedó en anécdota, pues el capitán, poco después, deshizo el nudo en el que se había convertido el último cuarto con un triple fantástico. El balear se inventó una floritura más para elevar la ventaja local hasta los ocho puntos, un buen colchón con el que afrontar el desenlace de la batalla.

Hezonja, que no había tenido su mejor noche y que estuvo a punto de llegar a las manos con Sleva, mató la resistencia con un disparo de tres puntos. Replicó la acción Rudy, absolutamente rendidas las gradas a su ídolo durante años. El homenaje se hizo eterno, Rudy lloraba mientras se besaba el escudo. La victoria se hizo efectiva mientras el héroe se deshacía entre tanto cariño.