Sima y Díaz acaban con el sueño del Tenerife y devuelven al Unicaja a una final de Copa

Genial fue el comienzo del internacional español Sima, abrumador en el rebote, como señala el primero de los mandamientos de Ibon Navarro. Además, fueron suyos nueve de los primeros 11 puntos de los malagueños, que también asfixiaban a Marcelinho para que no pudiese escribir otra epopeya, como ya hiciera ante el Barça. Le salía el plan a la perfección al Unicaja salvo por la defensa exterior, muy entonados Scrubb y Doornekamp desde la línea de tres para evitar que los canarios se descolgaran, aunque sufrían mucho a la hora de proteger su zona. Fueron las pérdidas tinerfeñas las que desequilibraron la balanza, errores aprovechados por Kravish que permitieron al Unicaja acabar el primer cuarto con ventaja (21-15).

Shermadini, 35 años, comenzó a tirar del carro con exuberancia. Diez puntos consecutivos del tractor georgiano, con una leyenda casi a la altura de la de Marcelinho, permitieron al Tenerife recuperar el mando de la contienda y transportar la euforia a la grada canaria. Estaba tocado el Unicaja, al que se le había acabando la frescura ofensiva una vez las rotaciones entraron en juego. Tras un triple de Sastre parecía que los de Vidorreta abrirían brecha pero, con mucho corazón, su rival contratacó con dos transiciones finiquitadas con maestría por Taylor y Djedovic.

Ambos bandos blandían sus armas con maestría, aunque era Fran Guerra el soldado más mortífero, ingeniosos y letales sus movimientos en el poste, ocho puntos para el pívot al descanso. Una pequeña trifulca entre Alberto Díaz y Doornekamp congeló el fantástico ritmo, que se revitalizó al instante después de un triple de Barreiro. El espectáculo era magnífico, una física partida de ajedrez que llegó a su intermedio con resultado favorable para el Tenerife (38-39).

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Recuperó su vitalidad el Unicaja tras las reanudación, hambrientos en el rebote ofensivo, más incisivos en su busca del aro rival. Buen hacer cortado de golpe por Marcelinho, autor de dos triples que revivieron a los suyos. Alberto Díaz cuajaba unos minutos fantásticos, sombra de Huertas. Anulado el astro brasileño, al Tenerife se le acumulaban los tropiezos en ataque, mientras que los andaluces sacaban petróleo desde la línea de personal. Dos aciertos de Sima elevaron su ventaja hasta los cinco puntos antes que Díaz volviese a la carga, pues fueron tres triples seguidos los que sumó el malagueño. Sima se unió a la avalancha, sus golpes fueron muy contundentes, los canarios no se reponían. A falta de un cuarto, estaban contra las cuerdas (72-60).

Un triple de Ostekowski dio la máxima a los de Navarro, 15 puntos, acción que sus rivales vieron como una ofensa, pues firmaron un parcial de 0-8 que revivió un duelo que parecía listo para sentencia. De nuevo, cuando más necesitaba un acto de liderazgo, Díaz anotó una gran suspensión y firmó dos robos excepcionales, fiel a su estilo el pelirrojo más querido de España. Pero como un boxeador de leyenda, el Tenerife siempre se levantaba y, a falta de dos minutos y medio, consiguió ponerse a solo cinco puntos. Un último servicio de gigante antes de despedirse de una Copa que parece querer arrimarse al Unicaja con el paso de los años.