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lucentum - banca cívica

Prórroga, derrota y suspenso en la gestión de ventajas (86-82)

Al Banca Cívica se le bajó la persiana en el tiempo extra, con cuatro de ventaja a dos minutos del final; pudo ganarlo antes y también perderlo, ya que Barnes erró el tiro libre que alargó el partido

Prórroga, derrota y suspenso en la gestión de ventajas (86-82) FOTO: efe / VÍDEO: ACB.COM

s. a. a.

Pinchazo en hueso. Donde sólo dos equipos de la ACB habían ganado hasta la fecha, el Banca Cívica se encontró con el mismo rival de irreductible espíritu. Sin dobleces, siempre dando el paso al frente en los momentos de aparente debilidad, el Lucentum redujo la oposición del Banca Cívica en la prórroga tras un metraje que se extendió hasta los cuarenta y cinco minutos por la impericia o el efecto de la presión, vaya usted a saber, de Barnes desde la línea de tiros libres, concretamente a dos segundos del final, con el choque en el alero.

El pívot americano-español, con el Banca Cívica uno arriba (72-73), erró un lanzamiento, el segundo, y ni él mismo ni Ivanov pudieron quebrar en el rechace sobre la bocina un partido que despachó una versión competitiva del Banca Cívica pero falta de maldad, o más que eso, de instinto asesino, el que se traduce en la continuidad y la consistencia necesarias en el juego para que cada mini-ventaja no se esfume de un soplido. En este tipo de litigios, con un rival que nunca dimite, pesa mucha más al final el cansancio psicológico que el físico, y puede que sea éste el factor que determinara en la prórroga la victoria del Lucentum, con el pecho hinchado de optimismo cuando faltó el oxígeno gracias al empuje del Centro de Tecnificación, que se convirtió en una caldera para darle, como la famosa bebida energética, alas a su equipo.

Uno de los dos tenía que ceder, y fue al Banca Cívica al que se le salió la cadena justamente cuando gobernaba por cuatro puntos (75-79), a dos minutos del cierre del tiempo extra. Desde entonces, mutis. Cada ataque salió rana, seguramente porque más que decidir mal la resolución de cada acometida, que también, pesó mucho el efecto perverso de la ansiedad al comprobar que el Lucentum, otra vez con dos pinceladas desde el perímetro a cargo de Ellis y Rautins —seis puntos del tirón y parcial de 8-0—, había cambiando el signo de un partido que ya no volvería a su tejado (83-79).

El tren ya no pasaría más por la puerta del Banca Cívica, que se desplegó en esos minutos, los decisivos, con Satoransky como brújula en lugar de Calloway, más clarividente ayer en la alimentación de sus compañeros que el checo. Ni siquiera el triple postrero de Bogdanovic a modo de canto del cisne (84-82) impidió ya que fraguara el desenlace inevitable de un encuentro de muchas alternativas y difuso dominio, nunca consolidado por parte de ninguno de los dos equipos. He ahí el pecado del Banca Cívica, que sí protagonizó varios conatos de despegue en los dos últimos cuartos que no se materializaron.

Ivanov contra Davis

A cada intento de tumbar al rival, el Lucentum respondía. Y así, si activando el botón de la amenaza interior de Davis en el tercer cuarto (once puntos para él en ese acto), el Banca Cívica intentaba levantar una pared, su replicante pulsaba el que pone en órbita a Ivanov, ayer tan motivado como hiperactivo. El búlgaro acabó con 21 puntos, 11 rebotes y 31 de valoración, pero sobre todo, más allá de la brillantez de los números, su gran valía es que tiró del carro cuando el Banca Cívica amagaba con las rupturas.

Disfrutó de varias el morador de San Pablo, todas ellas mínimas, claro, porque los desequilibrios en el marcador fueron fisuras, nada de brechas insuturables. Satoransky, a 42 segundos, logró por enésima vez tres de ventaja antes de que el Lucentum los anulara y se quedase en su poder con una bola de partido. Fue el tiro libre fallado que, tras igualar Barnes a 73 con el primero, retrasó algunos minutos el descorche del champán.

No tuvo tiempo de ponerlo a enfriar porque el Banca Cívica no le dio un respiro salvo en el primer cuarto, tal vez el de apariencia más desequilibrada. Cuatro triples se apuntó el cuadro de Vidorreta, con efectividad plena, antes de un tiempo muerto de Plaza, al borde del primer toque de campana, que cambió toda la decoración. Calloway y Bogdanovic sumaron entonces de tres consecutivamente, y fueron esos dos aciertos el preludio del festín desde la cuerda exterior que se daría el Banca Cívica en el segundo cuarto, con un quinteto manejado por Calloway, con English y Jasen completando el perímetro, y Bogdanovic y Triguero repartiéndose el tajo interior. English, punzante pero episódico, sin la debida continuidad —toda la magia la esparció en el primer periodo—, le endilgó al Lucentum tres de los cinco triples del Banca Cívica en ese cuarto, sellado con la ventaja raquítica de tres puntos que luego se repetiría y se repetiría, como en un bucle, sin que aquello anunciara un final feliz sino, todo lo contrario, amargo para sus intereses.

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