El Madrid sobrevive a Hakanson

El Madrid se presentó en Bilbao de manera contundente, con mucho músculo y ganas de intimidar. Tavares y Causeur dirigían las operaciones mientras Hakanson lideraba las acometidas locales, algo tímidas ante la atenta mirada del terror caboverdiano, que se fue del primer cuarto con siete rebotes capturados. Los blancos, gracias su exceso de centímetros, dominaban el encuentro con temple mientras que los vascos, agachados y sin hacer mucho ruido, esperaban su oportunidad.

Rudy Fernández, ya con la lesión superada, comenzó a mostrar lo inagotables que son sus fundamentos. Triples, robos... a sus 37 años, la leyenda está más vivo que nunca. No quería dejarle solo Llull y el balear anotó un gran triple para comenzar a romper el duelo en favor de los de Chus Mateo. El Madrid, una máquina engrasada que no conoce la derrota en liga desde principios de noviembre, comenzaba a estampar una nueva muesca pero Hakanson, con un arrebato anotador (17 puntos al descanso), mantuvo una igualdad a cada segundo más asfixiante.

Tavares, de vuelta a la acción, comenzó a condicionar el duelo como en el primer cuarto. Y Hakanson, excelso, heroico, hizo lo mismo para los bilbaínos. El duelo entre madridistas y vascos se difuminaba para dar paso a la batalla entre el africano y el sueco, como dos héroes que aceptan que solo uno puede quedar con vida. A la causa del escandinavo se sumó Adam Smith que, junto con la defensa local, hacía sufrir de lo lindo a los blancos. Llull, con un triple estratosférico, que se perdió por el techo del pabellón, dio algo de aire al Madrid antes del último cuarto.

Durante unos segundos, la emoción se transformó en preocupación cuando Rudy, después de una mala caída, tuvo que ser sustituido tras golpearse en la muñeca. Su dolor era evidente mientras los doctores le atendían en el banquillo.

El duelo, en el alambre, se volvió un manojo de nervios. Las pérdidas y los fallos se hicieron protagonistas principales y solo Llull y, cómo no, Hakanson, le ponían el picante a la ecuación. La presión era tal que incluso Hezonja recibió una técnica por sus enérgicas protestas. En los últimos minutos, sin embargo, el intercambio de canastas fue glorioso y los dos equipos blandieron las espadas con enorme ambición.

Smith, con dos triples consecutivos en los minutos definitivos, contrarrestó el buen hacer de Deck, que sumó, con su habitual tranquilidad, 7 puntos en el último periodo. Fue la templanza del Madrid, sus cicatrices de las guerras pasadas, lo que dejaron en nada el partidazo del Bilbao. Llull anotó los tiros libres decisivos y los blancos, al fin, sonrieron.