La estudiada transformación de España

Hay pocas cabezas en el baloncesto mundial como la de Scariolo, un genio de la canasta. Tenía claro el italiano que buena parte del éxito de este Europeo pasaba por el aspecto mental. Por hacer ver a los jugadores su realidad y, a partir de ella, empezar a crecer. Por eso, no se mordió la lengua en sus primeras apariciones públicas, pregonando la disminución de talento en el grupo y la importancia de elevar la solidaridad y el compromiso. De ahí ha salido un vestuario más unido que nunca, como reconocía Lorenzo Brown tras la victoria ante Lituania. «Una hermandad». La Familia. Un conjunto que se ha puesto ciegamente en manos de Scariolo.

El laboratorio del italiano no cierra nunca. Variantes tácticas que estudia durante la temporada, que se trabajan en los entrenamientos y que solo salen a relucir en los momentos clave de los partidos. Zonas defensivas que atrapan a su rival y frustran al banquillo contrario. Ante Lituania, en la segunda mitad, los cambios fueron constantes y por ahí nació la remontada nacional, que acabó con recado en la sala de prensa. «Espero que hayamos aprendido de lo que pasó después de ganar a Georgia». Mensaje para rebajar la euforia. Otra sesión en el diván.

Otro de los aspectos que Scariolo puso de relieve en el postpartido fue el ADN competitivo de España. Un carácter que se trabaja desde niños en las selecciones de formación y que, como se ha visto este verano, se traduce en resultados desde muy jóvenes. Esto no es algo que pueda enseñarse en unos días y de ahí que tenga más mérito aún. Porque la selección, a pesar de tener siete debutantes en un gran torneo y una media de edad de solo 26 años no se ha visto superada hasta ahora por falta de experiencia. «La gente habla de los ajustes de los entrenadores, pero hay que darle crédito al corazón de estos jugadores, esto es genial, es un orgullo, hemos trabajado durante el año, durante muchos años para hacer a estos chicos crecer con los valores correctos, con la forma correcta de competir», explica Scariolo.

Uno de los momentos clave del campeonato llegó apenas unos días antes del comienzo. Fue la llamada al teléfono de Alberto Díaz, descartado en los primeros compases de la preparación por su mala forma física, al que Scariolo rescató para darle un sitio en lugar de Juan Núñez. El canterano del Madrid no aprovechó su sitio en los partidos amistosos y tampoco brilló en la primera ventana del Mundial. Fue ahí, en el duelo de casa ante Islandia, cuando el cuerpo técnico decidió que necesitaban otro perfil para el segundo puesto de base tras la lesión de Llull y se convocó a Díaz. Un especialista defensivo cuya presencia en la pista se ha traducido en esencial para el equipo. Ante Turquía, en la primera fase, y ante Lituania en octavos el base del Unicaja fue decisivo. Su sociedad junto a Brown está siendo uno de los grandes aciertos del campeonato.

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Cuando la Federación miró al verano de 2022, se encontró con un vacío en el puesto de base. Retirado Sergio Rodríguez del equipo nacional y con laslesiones de Ricky Rubio y Alocén, apenas había directores de juego de garantías. Por eso, la dirección técnica buscó una solución de emergencia y nacionalizó a Brown, cuya irrupción en el equipo fue tímida. Optó por entrar sin avasallar, respetando a los veteranos, hasta que estalló frente a Lituania. Exhibición que abre un nuevo recurso ofensivo para la selección, cuyo abanico de recursos con el americano en la pista es mucho mayor.