Las claves de la debacle del Real Madrid: sin alma, sin líder y sin puntería

Se vio durante muchos minutos ante el Valencia en el primer partido del torneo y pasó igual frente al Unicaja. En ambos encuentros el Madrid jugó por impulsos, lejos del juego ordenado y colectivo. Huérfano de un base que organice y dé sentido a cada posesión. Con Llull lesionado, la falta de confianza de Chus Mateo en Williams-Goss y Sergio Rodríguez hace que en muchos momentos el equipo juegue sin base puro. Hanga hace esas labores, pero su creatividad es limitada. La precipitación estuvo ya a punto de costarle la victoria al Madrid en cuartos, donde le salvó el talento de Deck y Tavares.

La solución, a la espera de que se recupere Llull, pasa por restañar las heridas con el Chacho, el único del vestuario que puede asumir esa responsabilidad. La vuelta de Alocén también podría mitigar los problemas en la posición de base, un puesto para el que el club espera poder contar con Campazzo la próxima temporada. Si finalmente el argentino opta por otro proyecto, el club maneja ya varios nombres para reforzar la manija del equipo.

Hablando de Campazzo, desde que se fue el argentino el Madrid no ha vuelto a tener un líder ofensivo en la cancha. Un jugador que asuma los galones cuando el balón quema. Esperaba tenerlo el Madrid con la llegada de Musa y Hezonja, pero ninguno de los dos ha aparecido hasta ahora en las malas. Solo el bosnio, en la última victoria ante el Barcelona, se erigió en héroe de la prórroga que había tenido que encargar Llull. La experiencia de estos partidos, como decía Deck, sirve de aprendizaje y por ahí puede que ambos puedan ejercer esta labor de líderes en los próximos meses. Mientras tanto, Chus Mateo reconocía en la rueda de prensa que le hacen falta los veteranos. Jugadores como Llull y Rudy, fundamentales cuando las cosas se ponen feas.

Si por algo se caracterizaba el Real Madrid de Laso era por su fe incansable. Por sus remontadas imposibles cimentadas en un corazón indomable. Espíritu combativo que brilló por su ausencia ante el Unicaja. Sin Llull, el mejor a la hora de subir una montaña, ni la defensa infinita de Rudy, los blancos fueron una caricatura. Irreconocible versión que obliga a una reflexión interna. Porque todos coincidieron en el análisis que el Unicaja había tenido más intensidad, pero ninguno supo explicar por qué. «También me gustaría saberlo», señaló Hanga. Días tienen por delante para sacar conclusiones al respecto.

Parte de esa falta de energía se tradujo en unos porcentajes de acierto bajísimos en los dos partidos disputados en Badalona. Sobre todo en el segundo, en el que los blancos no pasaron del 70 por ciento en tiros libres (diez fallos desde el 4,60) y en el que apenas anotaron 3 triples de 21 intentos. Muchos de esos tiros desde el perímetro fueron forzados por unos ataques deslavazados. A la falta de solidaridad con el pase, otra de las señas de identidad que parece haber perdido el equipo.