Ricky Rubio, un viaje de 56 horas de vuelta a los orígenes

La NBA actual es un mundo cargado de intereses donde los jugadores son poco menos que pura mercancía. Se quejan de ello los protagonistas, aunque poco pueden hacer ante un sistema instaurado que deja en manos de las franquicias su futuro sin importar la voluntad del interesado.

A eso se refería Ricky Rubio cuando el pasado lunes por la noche le llegaba la noticia de su traspaso a Oklahoma City. «Menudo negocio...», escribía el catalán en sus redes sociales, en una crítica velada al sistema. Aquel movimiento de los Suns (del que Ricky se enteró por la prensa) dejaba al base español en una complicada situación, como líder de un equipo que aspiraba a la nada. Porque los Thunder son un solar cuyo horizonte de éxito se atisba muy a lo lejos.

Con ese panorama, Rubio no dudó en meter presión a la franquicia a través de sus agentes , en busca de otro traspaso que le permitiera competir cada noche. Sentirse útil en la cancha y no pelear solo por el lucimiento personal. Algo que, en tipos como él, tiene poco interés.

Según ha podido saber ABC, las horas posteriores a su traspaso fueron frenéticas en los despachos de la agencia Excel Sports . A la actividad provocada por el draft -la noche más intensa del año en el mercado NBA– se unió la petición del español, cuya exigencia acabó regalándole un viaje de vuelta a casa . A unos Timberwolves, eso sí, muy diferentes de los que dejó, con estrellas de la liga como Karl-Anthony Towns, D’Angelo Russell o Jonathan Edwards , flamante número uno del draft . Vestuario que recibirá también a un Rubio muy distinto. Capaz, esta vez sí, de liderar un proyecto llamado a luchar por los playoffs en el oeste.

Poco tiene que ver este Ricky con el que aterrizó en Minnesota en 2021. Aunque parezca que lleva una vida jugando al baloncesto, solo acaba de cumplir 30 años . Los celebró en octubre en Alella, a pocos kilómetros de Barcelona, donde ha disfrutado de unas largas vacaciones en la nueva casa familiar del Maresme .

Allí, además de pasar mucho tiempo con su mujer Sara y su hijo Liam –nacido el pasado mes de enero– ha llevado a cabo un exigente trabajo de fortalecimiento para dejar atrás las secuelas del coronavirus que pasó en verano. Todo pensando en brillar en la nueva temporada que comenzará el próximo 22 de diciembre tras haber sido recortada por la pandemia.