Un lugar entre la realeza europea

El primer país en sumar dos entorchados consecutivos fue la propia Lituania, ganadora del torneo en 1937 y 1939. Solo unos años antes, un aviador del ejército estadounidense había introducido en el país báltico ese deporte que con el tiempo se ha convertido en una verdadera religión. De la trascendencia de la Unión Soviética en el baloncesto del siglo pasado hablan las 14 preseas de oro que se exhiben en su medallero. La Yugoslavia unida, con ocho, fue su máximo rival. En esos niveles puede empezar a moverse España gracias al oro conquistado ayer . Segundo de su historia y segundo consecutivo . La selección ha sabido resarcirse de la dolorosa derrota de Madrid en 2007 y no ha vuelto a fallar en una final. Ha olvidado el tropiezo del Mundial de Turquía con una sólida actuación que le devuelve su ascendencia. La diferencia se llama Pau Gasol.

Con el regreso del pívot de Sant Boi España ha vuelto a dominar. Fue su tiro el que no entró en el Palacio de los Deportes y desde entonces se prometió no volver a fallar. Él y Juan Carlos Navarro son los dos faros que han conducido a España durante una travesía dorada que empieza la búsqueda de su gran reto: el oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 . Porque ésa es la única espina que hay clavada en el medallero de los que ya son los jugadores más laureados de la historia de la selección española. Junto a ellos Felipe Reyes, que hasta en esto lleva al límite su condición de guerrero en la sombra. Los tres suman ya siete medallas con el equipo nacional, dejando atrás a Carlos Jiménez y Jorge Garbajosa.

Ese segundo escalón que ocupan dos de los hombres más importantes del vestuario en los últimos años se ve amenazado por otros miembros del núcleo duro de este grupo. José Manuel Calderón, Rudy Fernández y Marc Gasol ostentan ya cinco metales. Desde que debutara hace cinco años en el Mundial de Japón, el pequeño de los Gasol solo se ha quedado sin subir al podio en Turquía 2010. En el nombre del padre El aterrizaje de Serge Ibaka en la selección española ha reducido el papel de Felipe Reyes sobre la pista, pero su importancia de puertas hacia dentro sigue creciendo. Es uno de los jugadores más queridos por sus compañeros y durante este torneo ha podido sentirlo más que nunca. A las puertas del campeonato, recibió la triste noticia del fallecimiento de su padre. Aun en momentos tan complicados mantuvo su compromiso con la selección. Todos le han arropado.

También la grada. Dicen quienes más cerca están de ella que uno de los pilares de la selección española es la sensación de familia que transmite. Ayer, los miembros de esa columna se acordaron de dos vértebras que faltaban: una pancarta guardaba el sitio de Alfonso Reyes , padre de Felipe, y de Francisco Javier Claver , padre de Víctor, también fallecido hace unos meses. Su éxito se fundamenta en esa unión dentro y fuera de la pista. Ayer, hicieron que fuera Felipe el que levantara el trofeo que le había prometido a su padre.