España pasa con nota su primera prueba ante Irán

El arquitecto Scariolo apostó por un quinteto de salida contra Irán que bien podría ser el que debute en los Juegos Olímpicos de Tokio el próximo 26 de julio: Rubio, Rudy, Juancho Hernangómez, Claver y Marc Gasol. Altos y pegajosos en defensa y bien dirigidos por Ricky en ataque, consignas sobre las que se edificó el genial triunfo en el mundial de China de 2019 y que se prevén esenciales para un éxito en Japón. El duelo, sin embargo, no empezó realmente hasta el minuto 5, momento en el que Pau Gasol volvió a jugar con la selección española. No lo hacía desde 2017 y, como era de esperar, hubo ovación cerrada para el catalán. El ‘Chacho’ Rodríguez le ponía picante al baloncesto local, la circulación era fluida y el enfrentamiento no representaba un desafío exigente. Las muñecas un poco oxidadas fueron las que finalmente dibujaron un 19-13 para España al final del primer cuadro.

Con las piernas aún agarrotadas después de una temporada asfixiante, fue Sergio Rodríguez en los primeros compases del segundo periodo el motor de España, con ese espíritu tan festivo e incisivo sobre el parquet, pura escuela canaria. A su vera, Garuba , debutante hoy con la absoluta, solo necesitó de una jugada para pasarle la primera nota por debajo de la puerta a Scariolo. Robo en defensa y mate en ataque. Su físico y precocidad le sientan bien a ‘la familia’, no tanto su pecaminosa juventud, que le hizo fallar dos canastas seguidas por exceso de efervescencia. Irán, con más rodaje y siempre combativa, aprovechaba la espesura del conjunto español para apretar el marcador con el tiro exterior como principal arma (37-36 al descanso).

El descanso no hizo caducar el plan de Scariolo, pendiente de cada uno de los 18 jugadores que forman la actual convocatoria y de los que solo quedarán doce para la cita olímpica. Bailaban los nombres y los veteranos se mimetizaban con los más jóvenes en busca de una fórmula exitosa para domar a Irán. Fue Brizuela, con su enorme talento para el uno contra uno y con nueve puntos casi consecutivos, quien cogió la batuta ofensiva de España para dar un poco de aire a los suyos. El individuo daba sentido al colectivo y la mejoría era palpable. Abalde, otro que parece que tendrá casi con total seguridad billete para Tokio, añadía fricción en defensa y solemnidad en ataque. Los nueva sangre tiraba de España mientras la diferencia se estiraba (65-46) al cierre del tercer cuarto.

Por méritos y por necesidad, porque esta será la última carga de la mejor generación del baloncesto español y al relevo ya se le ha pedido cita, el último cuarto fue en su totalidad para los más inexpertos (todos los integrantes de la plantilla tuvieron minutos). Garuba martilleaba con sus infinitos rebotes y seguía fallando mates. El goteo de puntos era constante pero la actitud era encomiable, porque aunque la calidad del baloncesto español sea la principal culpable de su abultada vitrina, la perseverancia es la segunda en la lista y eso parece una cualidad intergeneracional y hereditaria. Los grandes nombres necesitarán de un ambiente menos viciado para el éxito en Tokio, y ahí los más jóvenes cobrarán importancia. El lunes, de nuevo contra Irán, tendrán una nueva oportunidad para demostrar su valía.