La selección española de baloncesto, ¿el principio del fin?

La incómoda pregunta es: ¿fue la memorable derrota de Londres la última batalla de esta escuadra irrepetible? Hay motivos para creerlo. Uno de sus más corajudos integrantes, Felipe Reyes , ya ha dicho que lo deja. No es el primero. Ya antes, fijos como Carlos Jiménez y Jorge Garbajosa dijeron adiós y la selección siguió brillando en todos los torneos.

Pero esta vez podría ser diferente. Los que se asoman al crepúsculo son sus dos líderes, sus dos piedras maestras, Pau Gasol y Juan Carlos Navarro , los dos jugadores que sacudieron a base de mates y triples todos los complejos del baloncesto nacional. Navarro, torturado por una persistente fascitis plantar, ya ha dejado dos inquietantes píldoras en el último mes. Tras ser homenajeado en el Sant Jordi por su partido número 200 con la selección, pronunció una frase que punzó el corazón de la afición: «Esto significa que me hago mayor». Anteayer, bañado todavía en sudor y plata, «la Bomba» reconoció que ha llegado el momento de «plantearse muchas cosas». El juego único de Navarro solo es posible si disfruta en la cancha y en la última temporada el dolor no le ha dejado hacerlo. Ya renunció a forrarse en la NBA porque en Memphis no se lo pasaba bien. Si sufre, lo dejará.

El mayor de los Gasol, por su parte, tendrá la temporada que viene como prioridad la reconquista del anillo de campeón de la NBA con unos reforzados Lakers y, con 32 años cumplidos, todo el mundo entendería que se dosificará para alargar cuanto pueda su carrera. En 2010 renunció a participar en el Mundial de Turquía y podría volver a hacerlo en el próximo Europeo de Eslovenia.

Lo cierto es que hay otros jugadores todavía jóvenes que podrían mantener el excepcional nivel competitivo de este bloque. José Manuel Calderón es otro de los de la vieja guardia, pero gente como Marc Gasol, Rudy Fernández, Sergio Llull, Víctor Claver y Ricky Rubio, cuando se recupere, deberán ganar protagonismo cuando haya que llenar el hueco que dejarían semejantes cracks. Porque, aparte de Nicola Mirotic, del que está por ver si podrá competir junto a Ibaka, o quizá Álex Abrines, no se vislumbran talentos que se acerquen siquiera al de quienes en los últimos trece años han sido Batman y Robin en el deporte de la canasta.

Con todo, hay una cita en el horizonte que podría animar a los pilares del equipo a seguir exprimiendo el tarro de las esencias, a intentar una vez más, la última, el más difícil todavía. En el verano de 2014 España organiza el campeonato del Mundo. ¿Se imaginan una nueva oportunidad de vencer a los Estados Unidos? ¿Se imaginan a Pau y a Navarro retirándose en casa después de, por fin, vencer al imperio en una final? Esto se acaba, sí, pero podría terminar con traca.