NBA
Lin amarga otra noche mágica de Calderón
Un triple sobre la bocina del base de los Knicks deja sin recompensa un nuevo partidazo del español
EMILIO V. ESCUDERO
El cuento de hadas en el que vive inmerso Jeremy Lin desde hace unos días sigue su curso. En su primera salida como titular lejos de Nueva York, la nueva estrella (habrá q empezar a considerarle así) de los Knicks volvió a lucir con ... luz propia … aunque eso le costara otro disgusto a Calderón.
El extremeño fue el líder de los Raptors, que se fueron diluyendo con el paso de los minutos. Sus 12 puntos del primer cuarto reflejaron el gran momento que atraviesa. Rápido de movimientos, veloz en el tiro y certero en el lanzamiento. Una pesadilla para Lin, que no sabía ni donde estaba durante esos primeros minutos. La ventaja de los canadienses era de 11 puntos al descanso (47-36), pero se fue hasta los quince al inicio del tercer cuarto.
En ese momento surgió la figura de Amar’e Stoudemire, que en su reaparición tras la muerte de su hermano, cogió el testigo dejado por Carmelo Anthony para asumir el rol de líder para meter a los Knicks en el partido. Sus 21 puntos y 9 rebotes fueron un buen homenaje a su hermano, pero tuvo q ser Lin el que finalizara el trabajo.
Mientras llegaba su momento, Calderón siguió sosteniendo el castillo de naipes en el aire que son estos Raptors, que sin Bargnani se convierten en más vulgares aún si cabe. Sus 13 puntos en el tercer cuarto (terminó con 25, 9 asistencias y 7 rebotes) mantuvieron la diferencia en el marcador (77-66, min. 37), pero se echó de menos su aportación en el último periodo.
Sí que apareció la de Jeremy Lin (27 puntos y 11 asistencias), al que todo le sale. Se le notaron los nervios , pero fue justo eso, lo que hizo que perdiera el miedo y desatara su descaro en los minutos finales. Sus cuatro tiros libres fallados dieron paso a un recital. 12 puntos en el último cuarto en el que los Knicks remontaron una desventaja del mismo calado.
El choque llegó igualado a la penúltima posesión. El balón, tras un fallo en el tiro de Shumpert, aterrizó en las manos de Lin. El Air Canadá Centre se puso en pie. Sabía que algo grande iba a pasar. Lin miró a D’Antoni. No había tiempos muertos y el técnico evadió responsabilidades. Lin miró el marcador. Memorizó el tiempo y pidió espacio a sus compañeros. Espero a que quedaran cinco segundos. Inició la carrera y ganó ese pequeño trozo de terreno que le permitió levantarse y lanzar cuando la bocina del final hacía su entrada en escena. El resto, es historia. Lin lo había vuelto a hacer. Nueva York estalló con su nuevo ídolo .
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