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WNBA

Breanna Stewart, la MVP que superó una infancia terrible

La jugadora de las Storm, campeonas de la NBA, sufrió abusos sexuales siendo una niña y ha sido MVP un año después de romperse el tendón de Aquiles

Emilio V. Escudero

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La sonrisa de Breanna Stewart brilla por encima del resto. Lo pasó tan mal siendo una niña que ahora que disfruta plena de la vida no deja pasar un día sin lucir sonrisa. Feliz por cómo le van las cosas. Por cómo supera los obstáculos sin importarle la altura. El último, la lesión del tendón de Aquiles sufrida hace un año, que no le ha impedido volver a ser la mejor de la WNBA , donde anoche se proclamó campeona con las Seattle Storm y fue elegida MVP de las finales.

Las cosas no han sido siempre tan alegres para Stewart, víctima de abusos sexuales cuando era una niña . Un amigo de la familia pasó dos años haciéndole tocamientos íntimos. El tiempo que tardó la pequeña Breanna para reunir el valor suficiente y contárselo a sus padres. Acabado ese infierno -que tardaría aún meses en dejar atrás- comenzó el del bullying que los niños le hacían por tener los brazos tan largos . Un problema para ella en aquellos días de juventud que se convirtió después en su mejor virtud. Esa envergadura infinita es ahora su arma principal en la cancha, donde domina con una facilidad pasmosa.

En la final ante Las Vegas Aces ha promediado más de 28 puntos

y 7 rebotes por partido, con un acierto superior al 60 por ciento en el lanzamiento. Un palmarés envidiable que incluye dos anillos de campeona de la WNBA , una medalla de oro en los Juegos Olímpicos y dos oros mundiales con Estados Unidos, el último logrado en Tenerife hace solo dos años.

Poco después de aquel verano de felicidad con su selección, Stewart sufría la peor lesión que puede tener un jugador de baloncesto. Se rompió al Aquiles jugando la final de la Euroliga con el Dynamo Kursk . Una lesión que acaba con la carrera de muchos deportistas, pero que ella superó con pasmosa facilidad. A los cuatro meses estaba lanzando a canasta; a los nueve disputaba su primer amistosos y ayer levantaba el trofeo de campeona de la WNBA y su segundo MVP de las finales.

Con solo 26 años , la estadounidense está llamada a dominar el baloncesto mundial en los próximos años. Su versatilidad en la cancha le hace ser imparable y su optimismo vital contribuye a esa efectividad total en pista. Una deportista ejemplar capaz de superar cualquier obstáculo por complicado que sea.

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