Torneo final ACB
El baloncesto se luce en el silencio
La ausencia de público y las medidas de seguridad marcan el regreso de la ACB
No hay un deporte que viva tanto del espectáculo que se genera alrededor de la pista como el baloncesto. Un entretenimiento que gira entorno a la canasta y a lo que ocurre fuera de ella . A la música y a los triples. A ... los bailes en la grada y a las jugadas en la pintura. En el regreso de la competición después de cien días parada por el coronavirus, el espectáculo se ciñó al parquet. Sin público en las gradas, el silencio se adueñó del ambiente de la Fuente de San Luis. El pabellón del Valencia Basket, uno de los más ruidosos de la competición, lucía ayer tranquilo . Apenas un puñado de aficionados esperaban en los aledaños tras la entrada de los jugadores. Dentro, ninguno. La ACB solo permitió la presencia de los integrantes de cada expedición, los miembros necesarios para la organización del encuentro y de un grupo de periodistas. En total, alrededor de 150 personas que, a excepción de los jugadores y los árbitros, lucieron mascarilla durante todo el tiempo.
Ese era uno de los requisitos impuestos por la ACB en el acceso al pabellón. Un primer control en el que había que desinfectarse las zapatillas, lavarse las manos y pasar por un medidor de temperatura . Superada la criba, los jugadores podían acceder al vestuario, al que llegaron ya con la ropa de juego y con los vendajes necesarios ya hechos en el hotel . Todo para minimizar el riesgo de contagio. Normalidad, pero menos.
En la cancha, las precauciones se mantenían. La mesa de anotadores lucía blindada con una mampara y los jugadores del banquillo aparecían más separados que de costumbre. Pequeños detalles que evidencian el mimo con el que los clubes han diseñado esta fase final en la que no se olvidó a los fallecidos en los últimos meses. El silencio que reinaba en el pabellón se intensificó en un minuto de recuerdo solemne que dejó paso a la lucha por el título .
Por él comenzaron a pelear ayer el Barcelona y el Joventut , elegidos para protagonizar este regreso atípico y esperado para el baloncesto nacional. Derbi catalán sin la pasión habitual y con tímidos saludos en el centro de la cancha. Paradojas del contacto: medidos antes, pero constantes durante el encuentro. Cuestión de imagen. Sin aplausos y sin speaker –las presentaciones las hicieron varios aficionados grabados desde sus casas–, la animación emanaba únicamente de los banquillos. Gritos de alegría que se fundían con el inconfundible chirriar de las zapatillas contra el parquet, desinfectado, por cierto, en el descanso y al final de cada uno de los encuentros .
Había pasado un minuto cuando Tomic recibía el balón cerca del aro y anotaba con uno de sus ganchos característicos. No era uno más, pues se trataba de la primera canasta post Covid . Un triunfo colectivo del baloncesto nacional, concentrado estos días en Valencia para dirimir al campeón de liga y para tratar de retomar la normalidad en la medida de lo posible.
El paisaje diseñado en el vacío del pabellón propiciaba la dirección de los técnicos. De hecho, podía saberse la deriva del encuentro por los enfados de cada banquillo. Silencioso Pesic en un inicio arrollador de los azulgranas (16-2, min. 5) y ofuscado luego el serbio por la reacción de los verdinegros (21-21, min. 12). La crisis del coronavirus ha mermado algunas de las plantillas presentes en el torneo, pues muchos americanos han decidido no regresar o su contrato había expirado. Es el caso del Joventut, que ha traído a Valencia un grupo lleno de jóvenes a los que les sobra descaro y les falta experiencia. Sólo así se explica que el Barça llegara al último cuarto con 17 puntos de ventaja (74-57) y que se plantara en el último minuto con solo dos. No hubo milagro, pero faltó poco (96-92). Está advertido el Barça, que tendrá que aprender a convivir con este ambiente gélido que atrapó a muchas de sus estrellas.
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