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Baloncesto - Final Four

Arde Belgrado: amenazas de bomba, infierno griego y un clásico en el abismo

La capital de Serbia sueña con el mejor baloncesto mientras convive con las reminiscencias que llegan de la invasión de Ucrania

Gabriel Deck: «Si nos fijamos más en nosotros que en el Barça, hay opciones»

Varios aficionados del Olumpiacos, en el centro de Belgrado ABC

Pablo Lodeiro

Se calienta como una olla Belgrado, capital de Serbia, sede de la Final Four que arranca esta misma tarde por todo lo alto con sus dos semifinales. Abrirá el menú el Olympiacos-Efes (18.00) y cerrará la velada el duelo entre Barcelona y Real Madrid (21.00). Desde el prisma nacional, es el enfrentamiento entre españoles el que acapara todas las portadas pero, a pie de calle, el partido entre turcos y griegos es el importante. El infierno griego, apagado durante la pandemia, renace en los Balcanes con una marea incontrolable. Más de 11.000 aficionados del Olympiacos se han trasladado hasta Belgrado para apoyar a su equipo, el tapado de esta fase final de la Euroliga, pero que se ha metido entre ceja y ceja tumbar al actual campeón. Los helenos superan en número a sus rivales en las gradas (2.000 entre Barcelona, Madrid y Efes) y, además, cuentan con la ayuda de la mitad de la ciudad, pues el Estrella Roja, uno de los dos equipos de la capital junto con el Partizan, está hermanado con el Olympiacos. Un algoritmo que ha permitido que todas las calles del centro se tiñan de rojo. Retumban los tambores y los gritos soterran cualquier otro sonido.

Decenas de policías desfilan en las inmediaciones de la Plaza de la República. El motivo no es solo deportivo. Desde el pasado lunes, Belgrado y toda Serbia conviven con amenazas de bomba. Varias escuelas, centros comerciales y edificios públicos han sido desalojados. La razón es que el Gobierno, pese a rechazar la invasión de Rusia a Ucrania, no se ha unido a las sanciones económicas al territorio dirigido por Vladimir Putin , lo que le ha lanzado al centro de la diana. En las horas previas al inicio de la Final Four, los periodistas son rápidamente desalojados del Stark Arena, majestuosa sede del evento, 20.000 butacas, porque las fuerzas de seguridad se disponen a un último e intenso barrido en busca de algún dispositivo.

Serbia se encuentra en medio del puente. Por un lado, los bombardeos de la OTAN en 1999 todavía resuenan sobre la ciudad. El inglés, un hilo de conexión habitual entre nacionalidades, señala en el país eslavo al que no es de la tribu. Ásperos y recelosos de los extranjeros (hasta cuatro veces puede negarse una dependienta a venderte una botella de agua), la ciudad prepara una nueva Final Four (ya lo hizo en 2018), porque pese a su carácter, ama el deporte por encima de todas las cosas. El primer signo de civilización que uno ve cuando entra en Belgrado es una enorme lona sobre un alto edificio con una foto y una sola frase. «MVP». Así celebra el país que, por segundo año consecutivo, Nikola Jokic ha sido nombrado mejor jugador de la NBA. El virtuoso pívot serbio, sin embargo, no llega a la altura de Novak Djokovic , deidad absoluta que incluso anuncia por la televisión colonias y utensilios domésticos. El deporte les tira hacia Occidente y cuando uno se acerca a las instalaciones, las banderas de Serbia y de la Unión Europea cuelgan de los mismos hilos.

Lona de Jokic a las afueras de Belgrado

Barcelona y Real Madrid llegan a la cita con sus escudos y sus poderosas plantillas, suficiente para presentar candidatura. Muchas camisetas, no solo portadas por españoles, se ven de Nikola Mirotic . El montenegrino con pasaporte español, ortodoxo como Djokovic, es uno de los mayores reclamos de la competición. Tras ganar el MVP de la fase regular, busca el ala pívot redondear su carrera con la Euroliga, título esquivo hasta la fecha, tanto para él como para el Barcelona, que no la amarra desde 2010. El Madrid, tras una temporada llena de altibajos, renació en teoría hace unas semanas tras eliminar de forma contundente al Maccabi de Tel Aviv. Buscan los blancos de nuevo la complicidad de Belgrado. En ella levantaron su última Euroliga en 2018, la décima. Se condimenta la olla, arde Belgrado.

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