El prodigio médico que vivió un año en el hospital, desoyó la opinión de sus doctores y lidera al Leipzig

Nacido en la ciudad belga de Lieja allá por el año 2000, pasó el primer año de su vida en el hospital al sufrir asma y otros problemas respiratorios. Superadas varias complicadas intervenciones y el peligro para su supervivencia que supuso la enfermedad, por lo un ferviente creyente como él considera su vida «un regalo de Dios», los médicos le desaconsejaron la práctica de cualquier deporte, al considerar que no podría correr con normalidad. Sin embargo, Openda siguió adelante gracias al apoyo inquebrantable de la persona más importante de su vida.

«Los médicos no creían en mí, al contrario que mi madre. Ella fue la única que creyó en mí, que me dijo que podía lograrlo», recuerda. Inspirado por su hermano mayor, Jodice, comenzó a jugar al fútbol en su Lieja natal. Lo que provocó que Jodice tuviera que dejarlo. «Mi hermano quizá era mejor jugador que yo –rememora Openda–. Pero cuando ambos empezamos a jugar al fútbol, mi madre no podía llevarnos a los dos a entrenar. Vio que yo tenía más talento y se decantó por mí».

En las categorías inferiores del Standard de Lieja, las adversidades no abandonaron la carrera del joven belga. A pesar de su deslumbrante velocidad y su capacidad para el gol, los problemas económicos que atravesaba su familia provocaron que no pudiera pagar su cuota de socio del club. Lo que llevó a Paul-José M'Poku, por entonces jugador del primer equipo, a ofrecerse a saldar su deuda. Aun así, su complicado comportamiento fuera del campo le llevó a abandonar su casa para recalar en la cantera del Brujas.

Superado el difícil primer año que vivió en la capital de Flandes Occidental, a medio camino entre un internado y las regulares visitas a su madre, el conjunto belga retuvo a Openda ofreciéndole su primer contrato profesional con 16 años. Gracias al cual su familia se mudó a un pueblo cercano a Brujas, lo que devolvió la tranquilidad a su mente y le ayudó a centrarse exclusivamente en el fútbol.

Tras dos temporadas en el primer equipo en las que no terminó de explotar, se marchó cedido al Vitesse holandés. Después de una campaña de adaptación y regresar prestado de nuevo por el Brujas, Openda se descubrió como un goleador. Los 21 tantos que anotó empujaron al Lens a desembolsar casi diez millones de euros por sus servicios, un movimiento más que rentable. El belga mantuvo su crecimiento y lideró al conjunto francés a una histórica segunda posición en la Ligue 1, a tan solo un punto del PSG de Messi, Mbappé y Neymar.

Entonces, el Leipzig, un club acostumbrado a detectar grandes joyas y revalorizarlas, se fijó en el joven talento de 23 años que despuntaba en el fútbol galo. Para demostrar la confianza que tenía en él, le convirtió en el fichaje más caro de su historia, gracias a los 40 millones que pagó al Lens. En su primer año en Alemania, cumplió con las elevadas expectativas y finalizó como tercer máximo goleador de la Bundesliga, con 24 dianas.

El conjunto alemán, a pesar del interés de grandes clubes de Europa, pudo retener a Openda. Consciente de que, si el belga mantiene su progresión, su valor no hará otra cosa que seguir subiendo. Su primera gran actuación en la presente campaña supuso, nada más y nada menos, que poner fin a la histórica racha sin perder del Bayer Leverkusen de Xabi Alonso. Su doblete consumó la remontada que propició al vigente campeón alemán su primera derrota liguera 35 jornadas después. Su siguiente reto, deslumbrar en Champions en un escenario como el Metropolitano.