Oviedo 0 - 2 Atlético
Pablo Barrios entusiasma con el Atlético
copa del rey. dieciseisavos de final
El equipo de Simeone elimina al Oviedo con goles de Llorente y el joven canterano
Resultados y equipos clasificados para los octavos de la Copa del Rey
Marcos Llorente, rodeado de rivales del Oviedo
Alineaciones
- Oviedo T. Nadal; Lucas, Tarín, Dani Calvo, Bretones (Luengo, 76); Viti (Enrich, 88), Mangel, Jimmy, Hugo Rama (Sequeira, 72); Obeng (Sangali, 72) y Koba (Borja Bastón, 46).
- Atlético Oblak; Molina, Giménez, Witsel, Hermoso (Reinildo, 66), Carrasco (Reguilón, 75); Llorente, Koke (Barrios, 59), Lemar (Kondogbia, 59); Griezmann y Morata (Correa, 75).
- Goles 0-1. m.24: Llorente. 0-2, m. 83: Barrios.
El Atlético esquiva los obstáculos de la Copa del Rey con un ejercicio de firmeza y la alegría de Pablo Barrios, el canterano que derriba puertas. El equipo de Simeone elimina al Oviedo en una noche sin padecimiento, que ya es mucho en este club, ... ni sorpresas baratas.
En Oviedo, maravillosa ciudad para pasear y escenario de infausto recuerdo para el Atlético por el descenso consumado hace más de veinte años, expone Simeone que la Copa es objetivo prioritario para su equipo, defenestrado en la Champions y lejos de la pelea por la Liga. Igual que frente al Arenteiro, exhibe lo mejor que tiene según su criterio. Alineación de primer nivel siempre sujeta a todos los escrutinios.
Se echa en falta al joven Barrios, que tiene más descaro y más profundidad visual que los demás centrocampistas. No se entiende, o no se ha explicado, lo que sucede con Reinildo, el mejor defensa rojiblanco en la primera vuelta y cuya misteriosa desaparición cuesta comprender, sobre todo si es Hermoso el reemplazo. Y falta Joao Félix, siempre diferente y nunca en continuada confianza de su entrenador.
En el nuevo Carlos Tartiere manda el Atlético, cuyo merodeo por el área de Tomeu Nadal invita a pensar en el gol aunque no en la hermosura del juego. Es un Atlético presente en campo contrario, que presiona y gana duelos, y que se aferra a los jugadores con sustancia en el toque de la pelota.
Todo es mejor en la órbita rojiblanca cuando interviene Griezmann, ahora más visible aún con su teñido fucsia. Se aclara la jugada, se anuncian alternativas y hace daño el Atlético. No marcan Morata (una rosca desviada), Llorente (buena parada del portero) ni Carrasco (demasiado obsesivo en la retención del balón) y el choque se abre por el costado izquierdo de la defensa de cinco rojiblanca, donde Carrasco y sobre todo Hermoso hacen agua al achicar.
Se entiende mal la tendencia no corregida de Hermoso de tratar de anticiparse en todas las acciones rivales cuando no es un futbolista rápido. También es polémico con la pelota en los pies. Total, su primera parte es un desastre que amenaza la seguridad atlética. Un par de oportunidades de Obeng llegan por su flanco, siempre abierto al aire.
El sistema de los cinco defensas no es garantía de firmeza en el Atlético. Nahuel Molina ya empieza a parecerse al habitual en vez de al campeón del mundo con Argentina. Y a Carrasco le sobra autoestima como regateador infalible, que no lo es.
El Atlético se alivia con un toque sutil de Griezmann, que caza al vuelo la pelota y la pone en el sitio justo para la entrada de Llorente. El remate picudo bota y entra. Lo celebran todos en el campo y la gente del banquillo. Griezmann es hoy el único jugador con plaza fija, el mejor con diferencia.
Sin la ambición requerida para plasmar la diferencia de categoría y jerarquía, el Atlético contemporiza y juega con el resultado, relaja el ritmo del partido, busca con menos énfasis el segundo gol. Como casi siempre, empieza a mirar a Oblak, su custodia, esa sensación de noche conocida en la que intenta que no suceda nada.
La segunda mitad es un plomo que cuesta digerir. El club madrileño consigue su propósito a base de desesperar a su enemigo y de irritar a sus aficionados, que no aceptan con tanta complacencia ese paso atrás tan reconocible con Simeone.
Aburre el Atlético con su tendencia a la parsimonia, al control del juego. Sale Kondogbia por Lemar, queda todo dicho respecto a las intenciones del técnico. Aparece Pablo Barrios, una ilusión para la parroquia rojiblanca porque el chaval tiene desparpajo y profundidad de juego, además de intención atacante permanente. Barrios deja una perla al minuto de ingresar en el campo, un pase larguísimo por encima de unas cuantas cabezas hacia Nahuel Molina, que el argentino estropea con un tiro muy cruzado.
El Oviedo se obliga a dominar el partido porque el Atlético le cede la pelota. Mal asunto porque el futuro se adivina: sufrimiento y un equipo colgado de su área. Hay mucha pierna nueva en el campo para refrescar el ambiente, no está Joao Félix, otros noventa minutos de vacío. En la única irrupción del Atlético ante Nadal, Barrios culmina una jugada estupenda. Griezmann, Reguilón y Correa, todos al toque, para la finalización tranquila y certera del jugador que entusiasma a los colchoneros.
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