Tres millones de 100 posibles: los errores que condenan al Atlético en su fugaz paso por el Mundial

La goleada ante el PSG en el debut terminó por condicionarlo todo. Una primera parte sin comparecer ante el campeón de Europa y un tramo final con desgana aumentaron la renta gala hasta los cuatro goles. Se levantó el equipo para cumplir en Seattle, con más resultado que juego, pero la victoria de Botafogo contra los franceses aumentó la dificultad y obligó a los rojiblancos a golear al conjunto brasileño. Una diferencia en el marcador a la que ni siquiera se acercó el Atlético en todo el partido, consumando su pronta eliminación con una más que amarga victoria por la mínima.

Después de más de dos meses sin competir en Liga, necesitaban los rojiblancos un punto de inflexión para cambiar su dinámica de cara al Mundial. Este podría haber llegado con caras nuevas, pero la propiedad y la dirección deportiva no consideraron oportuno reforzar al equipo antes de viajar a EE.UU. La rumorología atlética dictaba nombres como Baena, Johnny Cardoso o Cuti Romero, pero finalmente el equipo que se presentó en Los Ángeles fue el mismo que finalizó la temporada, con Lenglet y Musso como únicos fichajes después de acabar su cesión. Los dos equipos europeos sin caras nuevas en la cita mundialista fueron PSG y Atlético, con la notable diferencia de nota entre la temporada de ambos.

Sin tomar la inversión como una medida absoluta, sí refleja una parte de la importancia que un club le da a esta competición. Las comparaciones son odiosas, pero el Real Madrid prefirió gastar diez millones de euros para contar con Alexander-Arnold en Miami que aguardar unas semanas y reclutarle a coste cero. Con todo el resultado económico de la entidad del Metropolitano en el Mundial es un beneficio de algo menos de 24 millones, 20 fijos por su participación y 1,7 en concepto de rendimiento por cada victoria. Un total de 3,4 de los 100 que habría ingresado en caso de alzarse con el trofeo.

A pesar no contar con ningún refuerzo, la plantilla del Atlético se presuponía lo suficientemente competitiva para haber protagonizado un mejor papel en el torneo. Y el máximo responsable de que no haya sido así, como lo es cuando alcanza el máximo nivel, no puede ser otro que Simeone. El técnico argentino no fue capaz de cambiar la dinámica que su equipo arrastraba desde hace meses y sus planteamientos dejaron mucho que desear. La primera parte ante el PSG retrató a un equipo sin plan ni argumentos y, aunque mejoró en la segunda, ni se acercó al suficiente. En Seattle, frente a un equipo menor, unos buenos primeros 25 minutos y la actuación de Barrios fueron lo poco que llevarse a la boca. Y frente a Botafogo, solo en los últimos minutos el equipo se volcó dando la sensación de necesidad ante la que se encontraba. Desde el banquillo no llegaron las soluciones que los jugadores necesitaban.

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Todo ello sin descargar de responsabilidad a los futbolistas, muy lejos casi todos ellos de su mejor versión. En defensa, solo Oblak y Llorente sostuvieron al resto del equipo. Le Normand sumó y restó a parte iguales, Lenglet condenó a los suyos con una actuación para el olvido ante el PSG y Javi Galán se vio superado con regularidad, además de la participación de Giménez de nuevo limitada por sus problemas físicos. En el medio, Barrios se destacó como goleador cuando jugó adelantado y sufrió más al ejercer de pivote y Koke aportó criterio a las posesiones rojiblancas cuando entró. Todo lo contrario que De Paul, capaz de lo mejor, como se vio durante el mejor Atlético esta temporada y lo peor, con su versión desconectada y errática mostrada en el Mundial. Gallagher, por su parte, sigue sin encontrar el sitio en el que aportar. En ataque, Julián Álvarez y Giuliano no dejaron de intentarlo sin mucho acierto, Sorloth suma una desgraciada colección de errores en los tres partidos, y la aportación de Griezmann y Correa se limitó al tramo final ante Botafogo, con más minutos desaprovechados para el francés.

No son ajenos a todo ello en el Atlético, que después de la eliminación admitieron sentir enfado, pena, dolor y decepción. Además de mostrarse desafortunados al ver que el factor suerte tampoco ha sido favorable a los rojiblancos. Un grupo complicado con los campeones de la Champions y la Libertadores, decisiones arbitrales, cuestionables por lo menos, todas ellas en contra de sus intereses y coger el avión de vuelta a casa después de haber sumado seis puntos, una cantidad que seguramente sea suficiente para estar en octavos en el resto de grupos. Pero el resumen es que no habrá un Mundial de Clubes hasta dentro de cuatro años y, para que el conjunto colchonero esté entre los 32 equipos clasificados, deberá ganar una Copa de Europa o protagonizar durante este lapso de tiempo un mejor recorrido en Champions que Real Madrid y Barcelona. Una tarea que se antoja complicada y acrecienta el lamento por haber desperdiciado una oportunidad mayúscula.