el contragolpe
Ultras inexistentes
«Que nunca más se vuelva a asociar al Atleti con la violencia, y que tampoco se criminalice a una grada entera ni mucho menos a toda la afición por su culpa»

Campaban por sus respetos en el Manzanares. Cometían actos violentos y repetían sus cánticos obscenos, homófobos y racistas. No respetaban los minutos de silencio (siguen sin hacerlo) y se mofaban de jugadores fallecidos trágicamente. De sus filas salieron quienes asesinaron a un pobre chaval que ... vino a Madrid a ver un partido de su equipo. De alguna manera le siguieron asesinando durante años al vomitar «Puta ETA, puta Zabaleta», como si el chico, en vez de haber venido a animar a la Real, lo hubiera hecho para cometer un atentado.
Años más tarde, los mismos ultras apalearon y arrojaron al río a dos deportivistas, uno de los cuales falleció. Pintarrajearon el Calderón: «Jimmy, jódete». Ese grupo quedó entonces expulsado del club. Expulsión incumplida. Ya no tienen su despacho en el estadio y se les prohíbe teóricamente exhibir sus símbolos (cada vez proliferan más). Continúan cometiendo actos vandálicos y enfrentándose con hinchas rivales. Por increíble que pueda parecer, se les consulta y siguen viajando con el equipo y emitiendo comunicados con los que pretenden blanquearse.
Y que nadie argumente que eran los que más animaban. Primero, porque nadie les reprocha por ello. Segundo, porque la afición del Atleti tenía fama de ser la mejor de España desde mucho antes de que ellos existieran. Y tercero, porque para animar a tu equipo no hace falta afiliarse a ninguna banda que va dejando una estela de dolor y destrozos doquiera que pasa. Los pacíficos deberían seguir en el club bajo otras siglas, o por libre.
No son los únicos ultras, existen en todas partes. Pero a quien esto escribe le abochornan las felonías de quienes dicen envolverse en la bandera rojiblanca para cometerlas. La sociedad entera debería aliarse en contra de todos ellos. No caben aquí partidismos ni medias tintas. Los auténticos colchoneros van al campo para disfrutar (si es posible) y alentar al equipo, no para armar bronca. Existe una Grada de Animación ejemplar, en la que solo sobran ellos.
Miguel Ángel Gil tiene por delante una tarea ingrata, pero imposible si no se intenta. Se requerirá ayuda policial e institucional de todos los organismos implicados. Que nunca más se vuelva a asociar al Atleti con la violencia, y que tampoco se criminalice a una grada entera ni mucho menos a toda la afición por su culpa. Ser un neonazi, o un skinhead, o ladrar «madridistas hijos de puta» no tiene nada que ver con el Atlético de Madrid. O así lo piensa quien esto escribe.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete