«Por favor, ganad al Cholo y acabad con él»

Es el caso de Víctor Moreno (22 años), lateral izquierdo, uno de los universitarios del equipo (estudia Educación Primaria en la Universidad de Soria) y que se declara «atlético a muerte» y «cholista». Víctor tenía una premonición. Lo confirma Alberto Plaza (30), que compagina sus labores de mediocentro con las de monitor deportivo en el Ayuntamiento: «Quedamos en un bar para ver el sorteo y me dijo: 'no hace falta, nos va a tocar el Atleti'. Yo le decía: 'calla, a ver si nos vas a gafar'. Y cuando salió me enganchó: 'Te lo dije'».

La que se lió en aquel bar fue de época, y eso que del Almazán sólo estaban Víctor, Alberto e Íñigo, también universitario. «Es un bar cerca de la universidad y estaba lleno. Nos volvimos locos... a correr, a saltar, tiramos las sillas, las mesas por un lado, nosotros por otro... Estuvimos cinco minutos dando saltos de euforia, y cuando nos dimos cuenta el bar se había vaciado, sólo quedábamos nosotros y el camarero», cuenta Víctor. «La gente se salía fuera con el pincho de tortilla, con el café... Se pensaban que estábamos locos... y en ese momento estábamos locos. Ellos no sabían lo que pasaba, pero nos había tocado el gordo», confirma Alberto.

«Simeone le ha dado mucho al Atleti y lo defiendo siempre», dice Víctor; «pero si les podemos meter cinco y acabamos con la era del Cholo, me daría un poco de pena, pero sería increíble. Estos días me han escrito muchos seguidores del Atleti por redes sociales, diciéndome: 'por favor, ganad al Cholo el sábado y acabad con él».

«Pasar de ronda sería épico, pero si encima echan al Cholo después de once años por el Almazán... Entramos en la historia dos veces», apostilla Antonio De Pablo, Anto (29), defensa central. Enfermero de profesión, en la época más cruda de la pandemia estuvo varios meses fuera del equipo por su labor como sanitario: «Tomé la decisión porque vi cosas que todos los sanitarios tuvimos que vivir. Era imposible juntarme en un vestuario con 20 personas con sus padres, gente de riesgo, los abuelos...».

La crisis rojiblanca ha hecho que en el vestuario adnamantino se crea un poquito en la heroicidad. «Si antes teníamos un uno por ciento de posibilidades, ahora decimos que igual con su dinámica negativa tenemos un tres o un cuatro. Igual les podemos meter un susto ahora que están con los ánimos bajos», comenta Alberto. Pero si el equipo tiene algo de esperanza, Anto afirma que lo del pueblo no se puede medir: «La gente está muy, muy ilusionada. Cuando voy a comprar, a echar gasolina, nos dicen: ¡Venga, que se les puede meter mano! ¡Míralos cómo están!».

Aunque ellos son realistas: «Jugadores como Joao o Griezmann te la lían en cualquier momento». Pero el enfermero no les teme: «Yo al que tengo miedo es a Savic. No sé si le he visto sonreír alguna vez... Impone, impone».

Los tres coinciden en que siendo el último partido antes del Mundial «seguro que lo tendrán en la cabeza y alguno irá con el freno de mano». Y ante la posibilidad de decirle a alguno al oído que cuidado, que con una patadita se queda sin Qatar, Anto responde: «Nosotros si tenemos una lesión grave es una buena avería... No ir a trabajar, coger la baja... Igual en eso nos jugamos bastante más nosotros».

Es otra realidad de este deporte, la del fútbol modesto. La de jugadores que si les cambian un turno o están de guardia no pueden ir a entrenar. Jugadores para los que los 127 millones de euros que costó Joao Félix «son cifras inimaginables». Pero que tienen los pies en el suelo: «Es un tío como yo. Dentro del campo todo se iguala, al fútbol también sabemos jugar, y vamos a echar muchos kilómetros».