Desahogo rojiblanco antes de Navidad: Llorente da la victoria al Atlético frente al Sevilla

Rueda el balón y el Atlético de Madrid responde a las expectativas de su hinchada: embotella al Sevilla y, muy pronto, con un maravilloso pase interior de Griezmann hacia Morata, toca en la puerta del 1-0, pero está rapidísimo Dmitrovic para achicar espacios y evitar que la tímida vaselina del internacional español coja altura. Los andaluces, por su parte, habían llegado a Madrid aliviados tras vencer en Granada después de una eternidad –un aficionado visitante presente en el estadio lo resume muy bien: «Antes del debut de Quique, la última vez que ganamos íbamos todavía en manga corta»–. No obstante, su papel primario sobre el césped es tan temeroso que, salvo por los oasis de desahogo de Ocampos al contragolpe, su fútbol rácano hace honor a su horrible temporada.

Entretanto, los de Simeone parecen agitados después de la tragedia de San Mamés y el baile del Getafe en este mismo estadio, donde el martes acabó la histórica racha de triunfos en su hogar. Intentan los rojiblancos recuperar el juego que les hizo aspirantes a todo el laurel posible hace sólo unos meses y, ciertamente, se acercan a él gracias al binomio del sector izquierdo: acierta el entrenador argentino en colocar a Riquelme de carrilero y a Lino de interior. Bajo la dirección de un atinado Koke y el apoyo entre líneas de Griezmann, ambos jóvenes cargan con el grueso del peligro atlético.

La posesión es rojiblanca, pero con el paso de los minutos, y la falta de emoción en la portería de Dmitrovic, un ligero murmullo ha despertado en el Metropolitano. El Sevilla, a pesar de los tiempos raquíticos que atraviesa, es viejo y sabio. Crece por tanto en la duda rival, deja de sufrir atrás y encuentra un tesoro en el descaro de Juanlu por la banda derecha. El canterano sevillano llega en varias ocasiones a línea de fondo, alza la cabeza y centra con sentido hacia las llegadas desde la mediapunta de Rakitic y Ocampos. La incomodidad asalta al gentío rojiblanco en la víspera de la Nochebuena.

Inexplicablemente, no está Riquelme entre los once hombres atléticos que regresan del vestuario al ser sustituido por Correa. Tampoco vuelve Molina que, tras otro mal primer tiempo, se va a la ducha y deja su sitio a un hombre que reclama importancia cada vez que se viste de rojo y blanco: Marcos Llorente. Es precisamente este último quien desatasca al Atlético en su primer contacto con la pelota. En una de sus clásicas cabalgadas por el carril diestro, el todocampista recoge el rebote de un centro suyo y, ante el desconcierto de la descolocada defensa sevillista, bate por bajo al serbio Dmitrovic en el minuto 47.

El gol quita un peso de encima a la hinchada local, pero, sin embargo, su equipo se permite el lujo de especular. En ese caldo de cultivo, un Sevilla sin nada que perder busca con ahínco la igualada. De hecho, la tiene de nuevo Ocampos en su zurda, pero se topa con la sobria seguridad de un atento Oblak.

Como si una reminiscencia de un Atlético pretérito fuera, Simeone decide apuntalar su zaga quitando a Koke, pasando a Witsel al pivote y dándole una nueva oportunidad en el central derecho, quizá la última, a Soyuncu. Porque al segundo de ingresar en el partido, el turco atropella a Ocampos y recibe una de las rojas más evidentes que este feudo ha presenciado. La expulsión precipita el regreso de Reinildo a los terrenos de juego 10 meses después de su terrible lesión. Aun malherido, resiste el Atlético, que haya la cura a sus males en el calor de un público transcendental en la victoria rojiblanca.