El Atlético solo baila al son de Griezmann

No se puede decir que el Atlético sea un equipo predecible. En pocos días es capaz de mezclar momentos de enorme lucidez con otros de irritante abulia, y con esa incertidumbre acude siempre el aficionado a su estadio, donde se acentúa ese sinvivir.

En la puesta en escena ante el Athletic no faltó actitud, pero sí más luz en la bombilla. El rival exigía con una presión muy alta y Koke y De Paul procuraban evitar la aglomeración del centro del campo con balones largos en diagonal que terminaban en ninguna parte. No estaban en el campo ni Morata ni Memphis, y había cierta inoperancia ofensiva ejemplificada en la actuación de Carrasco. El belga, que pese a las ocasiones daba la impresión de tener la cabeza en otra parte, fallaba las dos más claras de los locales en la primera mitad. En la primera no acertó a cabecear un buen centro de Griezmann al segundo palo, y en la segunda erró en un mano a mano bien resuelto por Agirrezabala. El meta vasco, por cierto, fue la gran sorpresa de los onces iniciales. Dejó en el banco a Unai Simón, indiscutible en las cuatro últimas temporadas. El cambio tenía más que ver con dar minutos de calidad a sustituto pensando en la semifinal de la Copa del Rey que con un toque de atención al internacional. En todo caso, resultó llamativo.

Tampoco el Athletic conseguía engrasar la maquinaria para poner en apuros a Oblak. El equipo vasco aterrizaba en el Metropolitano con Valverde recién renovado, una muestra de confianza hacia el técnico extremeño, y vistiendo la zamarra rojiblanca, un detalle de los locales -esta vez de naranja- en homenaje al 125 aniversario de los bilbaínos. No fue el único festejo de una jornada de hermanamiento que dio la impresión de alcanzar también al terreno de juego. Solo el balón parado y un disparo alto de Dani García les acercaron al gol en ese primer acto, en el que Reinildo se multiplicó para secar por completo a los Williams. El mozambiqueño, un héroe de la grada, acabó ovacionado tras solucionar con contundencia un peligroso error de Koke.

Carrasco también tuvo la primera del segundo periodo, de nuevo bien resuelta por el joven Agirrezabala. Fue justo antes de que Oblak también dejara su impronta en un remate durísimo de Nico Williams.

Parecía un buen síntoma, pero la reanudación tomó pronto los derroteros del inicio. Mucho trabajo sucio y poco rendimiento. Morata y Barrios fueron las primeras apuestas de Simeone para desatascar, y poco después se les sumó Memphis. Con el holandés se apreció de inmediato más dinamismo, y fue en un intento de pared entre él y Griezmann como llegó el tanto decisivo. El galo resolvió bien, de tiro cruzado y raso, tras superar a la defensa y pisar el área.

Aún hubo tiempo para que Morata finiquitase el duelo, pero al contrario que su compañero, él cruzó en exceso en una jugada similar a la del tanto. También quedaron minutos para ovacionar a Raúl García en su regreso. Al igual que Griezmann, él también sacó las castañas del fuego al Atlético en más de una ocasión.