Súper Betis en el Camp Nou
«El Betis fue en Barcelona el que estábamos deseando ver ante los rivales mayores; si el community manager del club bético se viene arriba, es normal y levitemos con él»
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Iniciar sesiónMe encanta que los planes salgan bien. ¿Quién decía eso? No veo a Pellegrini fumándose un puro, pero bien que podría hacerlo y le sentaría de escándalo. Madre mía que obra maestra la suya en el Camp Nou y qué extraordinario papelazo de todos sus ... jugadores sobre el césped barcelonés. Qué espaldarazo para este Betis, que cierra la jornada, la decimosexta de esta Liga, en el podio de la clasificación y pisándole los talones al eterno rival. Y por encima del Atlético, de la Real y del propio Barça (aunque con un partido menos que varios de estos equipos, que todo hay que decirlo para ponerse a salvo de la Santa Inquisición digital).
Voy a correr el riesgo de resultar presuntuoso. ¡Qué diantres! Para eso escribo estas líneas ad hoc para la causa bética. Terminé mi artículo anterior de esta forma: «Nos queda ser ásperos, antipáticos y audaces contra los de talla mayor, y viendo el desempeño del grupo y de las individualidades puede ser un buen momento para dar ese pequeño salto de calidad incluso con la ausencia del mago Fekir. Es una prueba de fuego, cierto es. Pero siempre nos quedará Juanmi». ¿Qué? ¿Puedo ser un poquito presuntuoso o no? Pues para una vez que las cosas salen así de bien, me fumo un puro. Siempre con su permiso, por supuesto.
El Betis andaba bien. Muy bien diría yo. La vuelta a la competición después del varapalo de la semana previa al último parón liguero no pudo ser mejor. Esta es la señal más fiable de que un equipo está fuerte y de que es sólido. Al menos así lo piensa servidor de ustedes. Las sensaciones valen lo que valen, los hechos mucho más. Cuando uno ha recibido tanta estopa, nueve goles en contra y ninguno a favor para tres derrotas consecutivas más dolorosas que una conferencia de David Bustamante (con respeto), rehacerse tan rápido como lo hizo el Betis al regresar al juego no está al alcance de muchos. Por otro lado, el pretendido «efecto Xavi» en el Barcelona me estaba pareciendo más mercadotecnia que otra cosa, sin desmerecer para nada el trabajo del nuevo técnico azulgrana ni la evidente mejoría en el juego del equipo que antes intentaba entrenar Ronald Koeman, y además estaba claramente dopado por varias ayuditas arbitrales de las que más que sonrojo causan vergüenza e irritación. Es decir, incluso con la ausencia de Nabil Fekir (también faltó en las filas contrarias el talentazo de Ansu Fati, no lo vamos a esconder), el Betis tenía su chance en el coliseo catalán, y considerable.
No obstante, para sumar en esta visita, siempre muy difícil, el Betis tenía que estar entre el que «jibariza» a los peores y el que se arruga ante los mejores. Era esta la tesis de otro de los artículos, el penúltimo, que les ofrecí recientemente por este lar palmeriano, ese en el que les hablaba de la necesidad de tener un Plan B para competir con los equipos que no permitan al cuadro de Manuel Pellegrini hacer lo que mejor sabe, y lo que más le gusta hacer: tomar el balón y jugar. No sin cierto rubor por esta nueva autorreferencia, me congratulo por el éxito de la misión, porque si la victoria sobre el Fútbol Club Barcelona es de las que retumban, seguramente lo más interesante del encuentro fue el desempeño de los futbolistas verdiblancos para lograr ser verdaderamente competitivos, por fin, contra uno de los rivales, digamos, de fuste, de primera calidad. Lo mejor siempre es ganar, me dirán muchos de ustedes y no seré yo quien lo discuta, claro que no, pero durante todo el encuentro estuvimos viendo un Betis serio, bien armado, peligroso, metido en el partido, muy concentrado en las tareas defensivas y con mucha mala leche en la salida. Estábamos viendo que iba a tener su oportunidad, que podía ganar. Y así fueron pasando los minutos sin acusar bache alguno. El Barça hizo lo suyo, obviamente, y tuvo sus ocasiones, como no puede ser de otra forma, pero el Betis estuvo siempre a su altura, amenazando. Y sobre todo me parece que dio un recital de anticipaciones. En movimientos tácticos, permutas, relevos, coberturas, apoyos, ocupaciones de espacios, desmarques, etcétera, estuvo pletórico el conjunto bético, con futbolistas a una altura impresionante, casos por ejemplo de Guardado o de Bartra, que probablemente necesitaban completar un partido redondo tanto como el propio equipo vencer en una cita de esta envergadura. Pero lo mejor fue el festival de la anticipación que ofrecieron todos los jugadores de rayas verdiblancas para ir minando la moral de los azulgranas y hacerles sentir incómodos en el desarrollo del juego. La presión bética al receptor del balón fue ejemplar, casi perfecta, yendo siempre al sitio, de uno en uno o de dos en dos dependiendo del lugar y de la necesidad, y el respaldo de los que andaban por detrás fue igualmente extraordinario, de una aplicación cum laude. Unos forzaban a los rivales a maniobras más arriesgadas, a controles más difíciles, y los otros estaban al acecho del mínimo error, de cualquier distancia imperfecta, para adelantarse y robar. Así, una y otra vez, el Betis consiguió una y mil veces hacerse con la pelota o hacérsela perder al contrario en zonas adelantadas, en su beneficio y en detrimento de la confianza y de la autoestima de los de Xavi, que cuando llegaron al descanso ya se sentían frustrados por lo que habían sufrido ante este Betis agigantado.
Paso adelante
Vimos ese Plan B que por aquí demandaba hace unas semanas para estar en otra dimensión y dar un paso adelante, para ser algo más que un equipo seguro ante los inferiores. Y las cosas salieron a pedir de boca. Pero fíjense que si el guionista siempre caprichoso del fútbol hubiera querido dar el triunfo al Barça, imagínense sólo por un instante, el papel del Betis en el Camp Nou ya habría sido muy diferente del que vimos en partidos contra otros adversarios de esta entidad y del tramo alto de calidad de la competición, y eso al menos ya habría resultado mucho más esperanzador que lo que nos llevamos de esas otras citas de las que es mejor no acordarse ahora, que ni viene a cuento. Con todo, el equipo ganó. Redondeó esta mejor actuación y lo hizo además jugando con inteligencia, al espacio, con acciones de enorme valor técnico. Así, el gol del triunfo, de Juan-Migel-selección, fue una maravilla de juego de combinación y perfectamente adornado, poéticamente culminado en el remate, para que además de resultar letal, la jugada fuera realmente hermosa.
Se hace camino al andar y queda más de la mitad de esta Liga y más aún de esta larguísima temporada en la que aún tenemos que progresar poco a poco en las otras dos competiciones que por méritos propios también nos ilusionan y nos motivan, pero es que hace tanto que todo esto no pasa, de una manera además tan inopinable, que también nos toca disfrutar. Claro que sí. Y si el community manager del Real Betis se viene arriba, pues levitemos con él, que para esto también está el fútbol.
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