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Pero qué bueno es Nabil Fekir

«Es cierto que el francés hace muchas faltas, pero la gran mayoría son por indefensión. Y este es un pecado del arbitraje que debería avergonzar a todo el colectivo que ahora dirige Medina Cantalejo»

Gerardo Torres

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Escuché decir a un par de ex futbolistas en una tertulia nocturna de las moderadas, y es importante el matiz, que cuando uno vacila al contrario, como hizo Fekir delante de Muniain momentos antes de su expulsión, ya sabe a lo que se expone, que ... esas faltas de respeto tienen sus consecuencias y que el francés haría bien en ahorrarse ese tipo de gestos y también los arranques de violencia que le pierden como futbolista de élite y que perjudican de forma notoria a su equipo. Supongo que con todo eso se estaban refiriendo a esas reglas no escritas del fútbol que conforman el código privado de los profesionales del que tanto se habla y que, en mi opinión, los árbitros deberían pasarse por el arco del triunfo. Entendí todo el argumento como un menosprecio al jugador del Betis y, sobre todo, como una justificación, bastante pueril, a la acción de Muniain, que para sonrojo posterior del árbitro, Mateu Lahoz, se fue de rositas de ese lance que terminó con la estrella bética en la caseta y con Canales amonestado. Pasaron cosas distintas y diversas en el conjunto de la acción, y partiendo de la consideración, para mí indiscutible, de que la expulsión de Fekir fue merecida y por lo tanto justa y correcta, todo lo que ocurrió en este desagradable lance del partido entre el cuadro verdiblanco y al Athletic Club merecería una reflexión.

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