Donde hay honradez no hay duda: el mejor Betis Volverá
En las dos últimas semanas, saturadas de partidos de altura, al Betis le ha costado más desenvolverse con soltura y acercarse al nivel que exhibió anteriormente
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Iniciar sesiónCuando decimos que la temporada es larga como un día sin pan y que pueden pasar muchas cosas hasta su finalización es porque es verdad, aunque normalmente, según suceden los acontecimientos, no nos detenemos a pensarlo. No es igual la competición en septiembre y en ... noviembre, ni en enero o en marzo. Son muchos meses de peleas, de partidos y de vicisitudes que obligan a cambiar planes y a adaptarse a lo inesperado además de consumir las energías previstas y, muchas veces, las no previstas. Hace algún tiempo se puso de moda ese concepto del »fondo de armario», que como otros muchos se instaló, parece que definitivamente, en el argot del fútbol como expresión recurrente para explicar la profundidad que pueda tener una plantilla, que al final es lo que define el rendimiento que a largo plazo pueda ofrecer la misma. Si las cosas se hacen bien, que no siempre ocurre, los clubes con mayor presupuesto suelen tener un mejor «fondo de armario» que los que cuentan con menos recursos, de modo que cuando en algún punto de esta larga y dura peregrinación se les rompen las zapatillas, llevan otras de la misma calidad en la mochila para seguir caminando al mismo ritmo, y cuando también se les rajan estas últimas, aún llevan consigo un tercer par que les permita seguir avanzando. ¿Qué pasa? Pues que casi transcurridos ya ocho meses de esta temporada, el Atlético de Madrid, vigente campeón de Liga, se puede permitir el lujo de afrontar un partido en casa del tercer clasificado y dejar en el banquillo, para renovarse sobre la marcha según la demanda del juego, a futbolistas de la talla de Carrasco, Griezmann, Lemar o Luis Suárez. Y claro, eso, nos guste más o menos, acaba marcando diferencias y definiendo las cosas.
En las dos últimas semanas, saturadas de partidos de altura, al Betis le ha costado más desenvolverse con soltura y acercarse al nivel que exhibió anteriormente, cuando solventó varios partidos con un fútbol huracanado y marcando muchos goles. No es extraño, más bien al contrario. Al fin y al cabo, y de esto no se libra nadie, las cosas se van complicando por el cansancio, por la repetición de duelos de alta exigencia, por las ausencias —por lesiones u otras circunstancias— y en este caso, también, y tengámoslo siempre en cuenta, por el mayor respeto de los adversarios, pues el factor sorpresa se diluye con las jornadas y cuando un equipo se instala entre los mejores, se le compite como a los mejores, con todo lo que eso conlleva. Por todo esto, ese «fondo de armario» adquiere protagonismo a medida que la temporada entra en su fase final. Decía Luis Aragonés que los tres primeros cuartos de la competición han de servirle a cualquier equipo para llegar al último en disposición de optar al objetivo marcado y con las fuerzas necesarias para ofrecer lo mejor de sí mismo en esos partidos que, de verdad, son decisivos, pues decía el Sabio de Hortaleza, que tanto significó para el Atlético y que tan importante fue también en el Betis, que las ligas se definen en esas diez últimas jornadas en las que ahora estamos a punto de entrar. Distinguimos, pues, dos fases diferentes en el esfuerzo: una para llegar al final de la temporada bien colocados y fuertes y otra para esprintar más que el resto en esa etapa de resolución, y es difícil que todo lo puedan hacer los mismos jugadores.
Una realidad que se ignora
Todo lo anterior es tan corriente, está tan asumido por el amante del fútbol, que casi podría decir que es una obviedad. Pero una cosa es que lo sea, y que todos seamos conscientes de ella, y otra bien distinta que se tenga en cuenta a la hora de hacer cualquier juicio de valor sobre el desempeño de un equipo o la marcha de una temporada. Pretendemos que los jugadores mantengan una regularidad, lógicamente, pero para ello es siempre necesaria una dosificación de los esfuerzos que muchas veces no es posible aplicar, bien porque se producen situaciones o contingencias que no lo permiten, bien porque la rotación que exige esa dosificación no funciona, es decir, que los jugadores que están esperando su oportunidad no rinden al mismo nivel cuando por fin la tienen, y se producen diferencias de funcionamiento que terminan obligando a una sobreexplotación de los primeros, algo que suele pasar factura tarde o temprano y más cuando hay que dar la cara en varias competiciones, como les ocurre este año al Betis, que es el único conjunto de España que sigue vivo en tres, y al Atlético de Madrid, que está batiéndose el cobre en dos. Y se quiera o no, el presupuesto hace que el «fondo de armario» sea más o menos.
Esto es lo que hay
Seguro que a muchos béticos el duelo con el conjunto colchonero les dejó la buena sensación de que su equipo compitió con enorme dignidad contra el vigente campeón, a pesar de hacerlo muy mermado por las ausencias y también por la concentración de grandes esfuerzos realizados en las últimas semanas. Es con lo que hay que quedarse si somos coherentes y seguimos prefiriendo el optimismo y analizar los hechos mirando la botella medio llena. Con todo, no hay que reprocharles el disgusto a quienes no quedaron conformes con el desenlace del partido y, sobre todo, con el rosario de errores y malas decisiones que algunos futbolistas cometieron y tomaron durante el choque. Sabemos que el Betis ataca mucho mejor que defiende, pero igual que Joaquín, impresionante lo suyo, tiró del equipo hacia el marco de Oblak, en este caso se produjeron fallos defensivos aún más notables y decisivos —con reincidencia en los goles de un Víctor Ruiz que desde que llegó al Betis ha sido un futbolista sólido y regular en su nivel—, pero yo diría que más determinantes fueron otros errores que vinieron de la toma de decisiones de los jugadores de ataque, que favorecieron la profusión de contragolpes que, al final, desequilibraron el marcador.
Estas son cosas que pasan. Vista la alineación, el Betis de este partido con el Atlético de Simeone no podía comportarse con la brillantez de partidos anteriores, y así fue, y aunque la honradez con la que se fajó es un consuelo cierto, no sirve del todo para paliar la decepción no ya de la derrota, sino de haber perdido la tercera plaza en la tabla, de salir de los puestos de Liga de Campeones y de haber sido superados por dos equipos que todo el mundo considera con más potencial para terminar la Liga arriba, y que si han adelantado al cuadro verdiblanco ha sido porque éste, reconozcámoslo, no ha sido capaz de mantener la ventaja que adquirió sobre ellos. Los de Pellegrini tuvieron la calidad y el mérito de llegar al podio de la Liga y de mantenerse en él durante varias jornadas, y luego no han podido aguantar esa posición de privilegio porque si llegar es muy difícil, mantenerse lo es aún más, y este hecho cierto, que no será reprochable, es la consecuencia natural de estar en la fase inicial de un proyecto de planificación que invita al optimismo si tiene la continuidad deseable y, por supuesto, del tramo presupuestario en el que pueden desenvolverse el club y Antonio Cordón.
Durante mucho tiempo pensamos que, a pesar de todo, el Betis podía terminar doblegando al Atlético. Y con un golpe de suerte que tuvo cerca en alguna jugada igual lo habría conseguido, pero después del disgusto inicial por la derrota y todo lo que ella conlleva, debemos volver al realismo y apreciar lo bueno que nos está dando este formidable Betis al que es verdad que todavía le falta un puntito para ser competitivo contra los mejores todo el tiempo, pero que volverá a su mejor versión en cualquier momento, no tengo duda siendo la del fútbol una competición de ciclos, y tendrá aún cosas importantes que decir en contra de quienes hoy surgen de la nada para opinar que es un equipo sobrevalorado. No lo es. Y lo afirmo en un día malo con naturalidad y plena convicción. No lo es, y pronto vamos a ver lo mejor de él.
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