Derbi Betis - Sevilla
El Betis no es peor que hace quince días
Debe mantener la alegría en su juego y sus características, no flaquear, no encerrarse en la duda
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Iniciar sesiónLa posibilidad de ganar el derbi está intacta. Nada de lo sucedido esta semana tiene por qué suponer que el Betis no pueda ser tan solvente ante el Sevilla como lo ha sido contra otros adversarios. Las fortalezas del equipo deberían seguir siendo las mismas ... después de dos derrotas duras como después de dos victorias, exactamente las mismas porque el talento es un patrimonio que no mengua, mientras que las debilidades sí que han de ser cada vez menos, porque para eso sirve verlas en los partidos y trabajar en su compensación en los entrenamientos. El Betis no es peor equipo ahora que hace quince días y esto es lo que todos y cada uno de los que comparten ese vestuario deben tener en la cabeza y en el corazón en este momento. Repita usted conmigo: el Betis no es peor equipo ahora que hace quince días. ¿Entendido?
Decía Vicente Cantatore que, normalmente, las victorias unen y las derrotas dividen. Esta reflexión, tan simple, tan sencilla, tiene su carga de profundidad. Es una enseñanza de la experiencia que hay que saber leer. Es pedagogía pura, la verbalización de una realidad que es tan consustancial a la competición que podría pasar inadvertida. Hablamos de «dinámicas», ganadora y perdedora, cuando un equipo encadena varios resultados favorables o adversos, y entonces siempre hay quien dice que «el fútbol es cuestión de rachas», o que «cuando las cosas vienen de cara, o de culo, pues tal y tal». Pero en realidad es sólo esto: que las victorias unen y las derrotas dividen, como bien decía aquel otro chileno, como Pellegrini, que desgraciadamente ha fallecido este mismo año y que también fue un magnífico entrenador que, además, dirigió en este caso tanto al Betis como al Sevilla en la última década del siglo pasado. Ya se sabe que la unión hace la fuerza, así que si integramos este aforismo y aquella frase de Cantatore… ¡voilá! Tendremos una explicación de andar por casa para muchas de las rachas del fútbol.
Por esto mismo que decía don Vicente, que podría parecer una perogrullada y no lo es, se hace completamente necesaria la psicología deportiva, algo que se ha asumido hace relativamente poco. En todas las casetas debería impartirse en evaluación continua e infinita la asignatura de «Educación para la derrota», precisamente para combatir esa realidad natural, ese poder destructor de la derrota. El equipo que pierde unido, jamás será vencido.
Fácil de decir, no tanto de aplicar
Todo esto se dice muy fácilmente, pero aplicarlo a la práctica de la convivencia en un vestuario es difícil, tanto que conseguirlo marca la diferencia en muchos casos. Cuando un equipo es capaz de anular ese efecto pernicioso de la derrota y la absorbe con naturalidad, sin dramatizar y analizándola con pensamiento crítico, se hace cada vez más fuerte, tanto ganando como perdiendo. Sólo conoce experiencias, de las cuales extrae aprendizajes de calidad, y ese ha de ser el gran objetivo de cualquier entrenador. Entonces sí que se puede hablar del «partido a partido» y de lo que usted quiera. Cierto es que a muchos aficionados, y también a no pocos periodistas, les gusta el teatro, esto es que los futbolistas y los técnicos den muestras públicas de malestar o de enfado cuando pierden, e incluso interpretan la inexpresividad como muestra de indolencia y de falta de carácter cuando muchas veces los más fuertes son los que parece que ni sienten ni padecen. Y no es que pasen, es que están concentrados. Y esto es bueno.
¿Está el Betis preparado para ello? Lo vamos a ver el domingo. Estoy seguro de que Pellegrini ha trabajado este ejercicio mental, sabiendo que tarde o temprano llegarían los baches, y ahora veremos si su entrenamiento en este apartado surte el efecto necesario. Las dos derrotas de los últimos días, muy dolorosas y con siete goles encajados por ninguno marcado, son una prueba de fuego para la mentalización más trabajada, más rocosa. Sobre todo porque hay algo peor que ver a tu equipo perder, y es verle impotente, que no es capaz, que es lo que ha pasado en los dos últimos encuentros, en Madrid con el Atlético y en Colonia con el Bayer Leverkusen.La derrota pone a prueba la resiliencia de cualquiera, pero la frustración es un reto mayor, para la autoestima, para la fe y para la mismísima personalidad.
Pero lo que no hay que perder de vista es que los tropiezos que preceden a este derbi son pasado. Ya forman parte de la historia de esta temporada y no tienen arreglo. Es misión del cuerpo técnico hacer la lectura que corresponda de cada una de ellas y transformar la tristeza que lógicamente han producido en energía para reemprender el camino de la mejor manera. Muy probablemente lo peor que hemos visto en el Betis en estos dos encuentros ha sido la falta de contundencia en las acciones defensivas, por momentos angustiosa, y la desconexión de los centrocampistas más ofensivos del delantero que jugara en cada ocasión, porque ninguno de ellos estuvo asistido como en otras ocasiones. Son debilidades que ya se intuían, o que ya conocíamos, pero se han hecho más visibles por la fortaleza de los rivales, y hay que tener en cuenta que el Sevilla no será un adversario menor porque nunca lo es. Da lo mismo en qué circunstancias llegue al derbi. Nunca lo es.
El Betis no es peor ahora que hace quince días, insisto. Debe mantener la alegría en su juego y sus características, no flaquear, no encerrarse en la duda. El fútbol que ya se ha desplegado siempre se puede volver a practicar, y en esto hay que centrarse, ayudándonos todos, los que juegan y los que apoyamos, de la idiosincrasia del derbi sevillano: nunca hay favorito, todo puede pasar y da igual en qué momento llegue cada equipo, que este choque es distinto. Estamos ante un partido que se sale de la normalidad, un encuentro excepcional. Todos sabemos que el derbi lo gana el que menos fallos cometa y no el que llegue a la cita en mejor estado de forma o en una clasificación superior. Por lo tanto, me atrevo a decir que si bien dos derrotas seguidas podrían afectar a cualquier equipo ante cualquier cita, en este caso no. Da igual haber ganado o haber perdido los partidos previos. Para un derbi eso no es tan relevante porque cuentan otras cosas. Cuenta la motivación. Cuenta el compromiso.
Así que la posibilidad de ganar el derbi está intacta. Que no nos engañe la percepción de estos dos últimos partidos. Si Pellegrini y sus muchachos logran que estas dos derrotas no abran ni una fisura en la confianza de todos en todos, y contando con que la grada va a arropar como siempre, el Betis seguirá siendo tan difícil de ganar como lo ha sido en todo este año 2021. Y ahí ya habrá empezado a tomar ventaja en esto que ahora llaman «el gran derbi». Este partido que sin duda vamos a ganar.
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