Opinión

Carvalho

Nos encendió a los béticos con la luz que esperábamos y que, lamentablemente, se apagó rápida e inesperadamente

William Carvalho, entre Rui Silva y Edgar, en un entrenamiento del Betis Juan Flores / ABC

«Con el fichaje de William Carvalho el Real Betis firma jerarquía, contundencia e inteligencia táctica en el centro del campo». Así terminaba la nota de prensa que facilitó el club verdiblanco cuando anunció la contratación del esperado centrocampista portugués, a ... mediados de julio de 2018. La redacción es textual y ni pongo ni quito una coma. Se consumaba la llegada a Heliópolis del faro que debía iluminar el camino del equipo en la segunda temporada de Quique Setién , entre las aguas abiertas de su buen fútbol de iniciativa y control y las expectativas perfumadas del regreso al trajín de las tres competiciones. Era Carvalho quien debía asumir el mando organizativo de ese juego elaborado al que rendía adoración el entonces entrenador del plantel, el jugador que debía aportar el criterio para asegurar y ralentizar la posesión del balón o acelerar su circulación, quien señalara horizontalidad o verticalidad del juego del equipo, y por supuesto quien debía dar la consistencia necesaria a ese «pasillo de seguridad» al que se refería Luis Aragonés como columna vertebral de todo equipo, ante una temporada que iba a ser muy exigente. Era Carvalho un futbolista de 26 años, campeón de Europa con su selección y que un par de veranos atrás había sido tasado en treinta millones de euros. Al Betis llegó tras un acuerdo por el que se adquirió el 75 % de su ficha a cambio de 16 millones y el compromiso de pago de otros cuatro como variables, según se publicó en el momento. Si se cerró en veinte millones la compra-venta de tres cuartas partes del pase se puede concluir que Sporting de Lisboa y Real Betis valoraron a William Carvalho en el verano de 2018 en unos 26,5 millones de euros, aproximadamente. Hablamos pues de un fichaje de los que han de considerarse clave, y desde luego de crecimiento.

William terminó el ejercicio con treinta alineaciones ligueras, más siete en la Europa League y seis en la Copa del Rey . No marcó y dio cinco pases de gol, todos en el campeonato doméstico. En la campaña 2019-20 sólo participó en trece partidos de la Liga y en la 2020-21 jugó 27 encuentros ligueros, en los que marcó sus dos primeros goles con la camiseta blanquiverde, y estuvo en otros tres de la Copa del Rey. Todo esto es pura información, sin conservantes, edulcorantes ni colorantes. Son datos, que sin lugar a dudas se pueden contextualizar para interpretarlos como a cada cual le dé Dios a entender. En cualquier caso, son datos con los que se puede comprender que el jugador haya pasado el mes de agosto en la línea de salida de una operación de traspaso, cesión o trueque. En estos tres años el faro del juego bético, precisamente, no ha sido, salvo en algunos momentos en los que sí que nos enseñó la calidad y las habilidades que le pusieron en su momento en una cotización de mercado relevante y nos encendió a los béticos con la luz que esperábamos y que, lamentablemente, se apagó rápida e inesperadamente. La jerarquía, la contundencia y la inteligencia táctica en el centro del campo que compraba el Betis con su fichaje aún están en la sala de espera. Esta es la verdad.

Y ahora, ¿qué?

Punto y aparte. Esto es lo que figura en las guías de las bases de información futboleras, lo que queda para recuerdos y estadísticas. La cuestión es ahora qué, como canta Sabina. El pasado no se cambia, pero el futuro se hace con la determinación del presente. A mí me gustaría preguntarle a William Carvalho , con todo el respeto, si lo que está haciendo hoy le acerca al lugar en el que quiere estar mañana, como decía en su momento Walt Disney. Porque el portugués no se ha ido --dejó pasar diferentes ofertas, por lo que hemos podido saber-- y ha preferido continuar haciendo carrera en Sevilla, donde le quedan dos años de un contrato a cuya expiración el centrocampista contará solamente 31 primaveras. Será todavía un futbolista joven para firmar otra buena ficha, en el Betis o donde sea, siempre que se la curre y la merezca. La cosa es qué es lo que él quiere. El camino hasta aquí está trazado: en 2016 se le valoraba en treinta millones de euros, en 2018 vino al Betis en el rango de 26,5 y a la vista de los diferentes centros de cotización consultables habría bajado su tasación hasta hoy de una forma más que sensible, hasta los quince millones, aproximadamente. En un lustro, Carvalho habría perdido el cincuenta por ciento de su valor de mercado como futbolista de élite. Con 29 años que tiene es un dato que seguramente ha merecido profundas reflexiones personales del ex del Sporting lisboeta.

Así que, insisto, ahora hay que pensar en el futuro. En su futuro como futbolista y, por supuesto, en su futuro como pieza de valor para el Real Betis. Entiendo todos los debates posibles y lógicamente respeto todas las opiniones que su fútbol hayan podido construir a cincel y martillo en estas tres temporadas, pero yo no tengo duda de que William Carvalho es un magnífico jugador y un activo importante, muy importante, para el plantel de Pellegrini y también para el balance del Betis empresa. El cierre del mercado de fichajes es un antes y un después en la temporada. Ya no hay posibilidad de pedirle más a la dirección deportiva del club para añadir calidad al grupo, al menos hasta enero, y le toca al cuerpo técnico obtener el mejor rendimiento posible de los jugadores que están a su disposición y del grupo que se pueda construir a base de cohesión. Permanecer agarrados a la creencia de que la configuración de la plantilla no ha sido redonda o de que han quedado agujeros en la misma no sirve más que para generar mala energía. Insistir en que faltó incorporar esto o aquello o dar salida a Fulano o Mengano es ruido. A partir de ahora es ruido. Es el momento de la gente que está, de su calidad, de su compromiso y de la gestión grupal de Pellegrini, cuya cualificación está fuera de toda duda, y de sus acompañantes. Y esto vale tanto para los que estamos a mirar como para los que están para trabajar. Entre ellos, William Carvalho. Y hoy pongo foco en él porque se ha quedado aquí y que en tres años no se haya conseguido de él «la jerarquía, la contundencia y la inteligencia táctica en el centro del campo» que el club compraba con su fichaje no quiere decir que el jugador ya no sea capaz de aportar todo eso.

Fichaje no, pero refuerzo sí

Carvalho tiene nombre de detective de novela y porte de actor de traje y borsalino que daría estupendamente posando junto a la barandilla de La Concha en la presentación de una peli de intriga en el Festival de San Sebastián. Pero es un jugador de fútbol y bueno, al que le toca imbuirse en un proceso de nueva mentalización en el que han de participar necesariamente con seriedad y cariño el entrenador y el club para que se convierta en el fichaje que no fue en 2018. El Betis 2021-22 ganará mucho si William es el que puede ser y será mucho más rentable a estas alturas centrarse en lograr este objetivo que en andar rumiando los fichajes que no se hicieron. Si el portugués estuviera aterrizando ahora tendría el protagonismo que su escaso rendimiento en las campañas anteriores le niega, de forma legítima, pero que igualmente se le puede ofrecer como señal de confianza porque es necedad obviar las posibilidades técnicas y tácticas que su fútbol puede dar y la magnífica compañía que sus virtudes pueden ser para las de compañeros de zona, que son muy complementarios con él. Es el momento de conseguir lo mejor de cada uno de los jugadores, de extraer todo su talento con el empeño con el que se saca el oro de la mina y ponerlo al servicio del bien común. Es lo que toca en este momento, y propongo retrotraernos a 2018 y volver a pensar en William como una de las piedras angulares de este equipo. Me parece que el Betis ha incorporado este año buenos jugadores pero creo que no solamente con eso hay que valorar las posibilidades de mejora del equipo, ya que estoy convencido de que dentro del grupo hay más talento eclipsado que si se rescata multiplicará ese efecto mejorador que se presupone de las incorporaciones. El de William, para mí, es caso clarísimo, sin desmerecer a nadie, y no tengo duda de que Manuel Pellegrini va a abordar desde ya este reto de recuperar al mediocentro, como no la tengo de que nadie merece más confianza que el chileno para conseguirlo. William puede ser el tapado de este año. La cuestión es que él lo sienta así, y entonces lo disfrutaremos todos.

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