Un bofetón para espabilar
El partido del Betis en Villarreal fue decepcionante y mereció una derrota que ahora sólo hay que tratar de capitalizar, porque es de las que pueden ayudar a mejorar
Fekir, cabizbajo en Villarreal
No sólo se crece ganando, no seamos ingenuos. También hay que perder. Para valorar lo que se tiene, alguna vez hay que sentir su ausencia. Para apreciar de verdad el amor es necesario sufrir la amargura del desamor. La derrota nunca puede ser bienvenida ... , pero quien de verdad tiene un espíritu ganador es capaz de racionalizar la experiencia, y el dolor, para transformar el sinsabor --que es un ladrón de energía y por lo demás es completamente inútil-- en un nuevo punto de apoyo que se sume al bagaje que se lleva en la mochila. ¿La derrota puede ser buena? No. La derrota sólo es inevitable. Pero puede ser mala, si extraemos de ella cierta utilidad, o puede ser peor, si dejamos que no signifique más que desazón y negrura.
El Betis cayó en Villarreal y yo quisiera decir, con todo el respeto y sin ánimo de herir susceptibilidades, que lo hizo con estrépito. Puestos a perder, perdamos bien. Siendo inferiores, siendo incapaces, luciendo una desconcentración alocada. Sin excusas ni eximentes. Ahora bien, no por todo esto hay que dramatizar el suceso. Ni en este punto se acaba la temporada ni hay que dar por truncada la satisfactoria trayectoria del equipo de Pellegrini . Al contrario. El chileno no es dudoso y si algún entrenador puede canalizar el mal rollo que nos dejó el juego del conjunto bético en la Cerámica, éste es él. Creo que en el desenlace de este encuentro fueron determinantes dos factores sobre todos los demás: el primero, la calidad del Villarreal, equipo que está muy por encima de la clasificación que ocupaba y que sigue ocupando en la tabla; el segundo, el exceso de confianza --por decirlo de la manera más seria, rigurosa y respetuosa posible-- con que el Betis encaró este último compromiso del ciclo de siete que ha librado en sólo 21 días. Seguro que en algún momento del choque el cuadra verdiblanco, azul en esta ocasión, acusó cierta fatiga por la acumulación de esfuerzos en las últimas tres semanas, lo que Pellegrini describió después como «falta de frescura», pero por encima de esto percibí desde el pitido inicial un déficit de intensidad, alerta y atención en los béticos ante un adversario que, incluso con ausencias muy importantes en sus filas, como las de Gerard Moreno o Paco Alcácer, tiene suficiente calidad técnica para desbaratar sistemas mucho mejor pertrechados que el que le opuso el Betis.
«Desactivar la confianza»
A la finalización del partido escuché al entrenador del Villarreal con mucha atención porque focalizó el éxito de su equipo en la neutralización del buen juego que venía desplegando el Betis en sus últimos encuentros, y de hecho habló muy claramente de una confianza que había que desactivar por parte de sus muchachos. Es decir, Unai Emery les dijo a sus jugadores que si no se apretaban bien los machos y eran más rápidos, más precisos y más agresivos que el rival hasta minar su moral, éste les pasaría por encima. Esto significa que el Betis ya se hace respetar, punto a favor, pero también que ya no puede jugar con el factor sorpresa, y que hay que redoblar el esfuerzo y la concentración porque es lo que toca cuando las cosas van bien, se ganan partidos y los adversarios ya te temen.
No se apreció que sobre el terreno de juego de la Cerámica los béticos fueran consecuentes con todo lo anterior. Tanto es así que fueron superados en todo y durante todo el tiempo. En el manejo de la pelota, en la combinación, en la presión, en la velocidad, en las disputas, en los balones divididos, en segunda jugada, en el repliegue y en el despliegue. La consecuencia no solamente fue el resultado, claro y rotundo, sino el que pudo haber sido, ya que el cuadro local desperdició dos o tres ocasiones de las de llevarse las manos a la cabeza y Edgar frustró otro par en la misma raya de gol. El desempeño del Betis en esta ocasión fue decepcionante, y esto es lo que no debe suceder. La derrota es inevitable, no se puede ganar siempre, pero en ningún caso se facilita. Es algo que hay que interiorizar, y cuanto antes mejor. En este momento dulce del equipo bético esta derrota es un bofetón fuerte y seco que debe hacer desaparecer cualquier atisbo de euforia. Los jugadores tienen que entender que el repaso que les dio el Villarreal es lo que sucederá cada vez que se relajen un poco. Ni hay nada hecho ni el Betis es tan bueno como para desenvolverse por la competición escatimando esfuerzos. De eso nada.
Exceso de azúcar
Demasiados elogios. Hablábamos de esto en el artículo anterior. De nada sirve ser el equipo que más hace no sé qué de las cinco ligas más importantes de Europa. Esto sólo puede ser engañoso y provocar delirios de grandeza. Una cosa es tener fe y confianza, que es estupendo, y otra pasarse de rosca y empezar a perder la humildad, porque esto siempre acaba mal. Este es un riesgo que hay que evitar a toda costa, y para que esta derrota sirva hay que repasarla con calma y atención en el vestuario para entender que este partido con el Villarreal no se afrontó con la humildad que debe iluminar cada paso que este Betis dé en adelante, porque de la misma manera es este un partido que van a desmenuzar los entrenadores que se enfrenten a los de Pellegrini en las próximas fechas, y por eso no se puede incurrir en los mismos errores. Como dicen futbolistas y entrenadores después de perder, «hay que seguir trabajando y corregir cosas para que no sucedan más». Esto sí. Lo de «hay que pasar página y olvidarse de este partido», no. Esto no. Este partido no debe olvidarse. Tiene que ser fuente de inspiración para los que restan en la temporada y sobre todo para esos jugadores que tiraron por la borda la oportunidad que les brindó su entrenador para reivindicarse. Que fueron unos pocos.
Así que sí, claro, todos estamos aturdidos por el inesperado mal partido del Betis en Villarreal. Y enfadados. Los profesionales, los primeros, seguro. Pero nada se termina aquí, ni se deja de ganar cosa alguna por esta derrota. Las aspiraciones, las que sean, siguen intactas. La competición es larga, larguísima. La cuestión es que Pellegrini logre que esta derrota sea sólo mala porque la caseta aprenda algo de ella, y no peor porque no la haga útil. Creo que lo que nos ha enseñado el Betis hasta el momento da para confiar en una temporada de muy buenos momentos siempre que el equipo se aplique con la humildad de reconocer que en cuento afloje un poco puede perder con cualquiera, y mucho más con los que son mejores, que son varios.
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