Betis
Recursos
La victoria en Vitoria nos confirma que tener calidad sobre el campo y en el banquillo es un valor enorme y que contar con quien la administre con acierto perfecciona la virtud
Ganar a domicilio siempre proporciona una satisfacción muy reconfortante. En el fútbol tradicional, en casa es donde se arriesga y donde se empuja con todo y fuera es donde se aguanta y donde se contemporiza. En casa hay que nadar y guardar la ropa y ... fuera hay que guardar la ropa y nadar. Y da igual dónde sea el partido. Aunque la victoria se consiga en el feudo del colista o de alguno de los equipos que andan en las posiciones de descenso, el valor del triunfo siempre es mayor porque los que nos hicimos en el fútbol tradicional pensamos que vencer en campo contrario es por definición más difícil, ya que el rival no se guarda absolutamente nada para vencerte y trata de superarte por todas las vías posibles, por lo que te pone a prueba en defensa, en coordinación, en relevos y coberturas, en la capacidad para salir y en el acierto. Cualquier fallo tiene consecuencias nefastas. Así que hoy es uno de esos días de alegría y de ilusión para los béticos después de que nuestro equipo haya regresado a la Liga tras el parón ganando lejos del Villamarín, en este caso en Mendizorroza, ante un Alavés que por mucho que ahora ocupe una plaza de descenso es un conjunto con sus fortalezas, aguerrido en su feudo y que ha hecho cosas de mérito en sus ocho partidos anteriores del Campeonato.
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Y se puede ganar de diferentes maneras. Una de ellas, como hizo el Betis ayer. Fue competido el partido, que tuvo sus momentos para los dos equipos, sí, pero estaremos de acuerdo que nunca estuvo lejos del control bético. Los de Pellegrini volvieron a la Liga jugando bien y luego sufrieron en algunas fases en las que el contrario quiso superar su dominio, como es lógico, pero nunca estuvieron los verdiblancos fuera del choque ni sometidos por los locales. Siempre presentes y siempre sólidos, con algún nervio de más en el eje defensivo pero también con un punto más de solidez respecto a jornadas anteriores en esta faceta del juego, y especialmente con un Edgar más eficiente. Vale que el Alavés tuvo alguna ocasión, cómo no, pero fue de esos partidos en los que en todo momento tuve la sensación de que el Betis podía ganar y que realmente tenía menos posibilidades de perder. En estas circunstancias, no nos vamos a engañar, el empate no es satisfactorio e incluso es un tanto frustrante, así que el pulso se acelera en los últimos minutos, llegan las prisas y eso hace que cualquier cosa pueda pasar. Pero pasó lo que queríamos, y pasó porque el entrenador, una vez más, supo mover sus piezas a tiempo, acertó con los recambios y eso se tradujo en rentabilidad. Gol y victoria al final del encuentro.
Tenerlos... y administrarlos
Y aquí es donde quería llegar. El Betis podía haber marcado antes, podía haber traducido en ventaja su diferencia de clase, que era obvia sobre el terreno de juego por mucho que el cuadro vitoriano tirara de sus virtudes y del coraje necesario para tratar de reducir las diferencias técnicas que estaba padeciendo prácticamente en todas las parcelas del campo desde el inicio del juego. Pero no lo logró. Pese al buen balance atrás y la presencia de tipos del talento de Canales y Fekir en la zona de creación, el Betis no consiguió marcar y el Alavés llegó con vida a los últimos minutos del duelo, forzando la máquina y jugándose el resultado al cara o cruz de la moneda en la última tirada. Pero es que el Betis tiene una cosa que muchos equipos de la categoría no tienen: recursos… y un tipo que los administra. Fíjense que son dos cosas, y no sólo una. Muchas veces, cuando los resultados no acompañan, las críticas se dirigen a un banquillo que no reacciona, o que reacciona mal, y en otras ocasiones es que miras al banquillo y piensas que no hay más cera que la que arde y que Dios nos coja confesados. Pero es que el Betis siempre tiene en la recámara muchas piezas del mismo talento y de la misma calidad que las que tiene sobre el terreno de juego, y de características diversas, y además, que no es cosa baladí ni mucho menos, tiene a los mandos de las operaciones a un Manuel Pellegrini del que ya hemos hablado mucho en lo que va de Liga, un entrenador con todas las letras porque domina de manera excepcional todas las variantes de sus responsabilidades e igual que claramente es un magnífico motivador y un fantástico estratega, lee los partidos con clarividencia y exprime lo que tiene a su alcance hasta lograr que el equipo mantenga casi siempre un nivel muy alto que complique la vida al contrario. Así que en esta nueva ocasión, su toma de decisiones fue otra vez letal. Miró a la derecha después de procesar lo que estaba ocurriendo sobre el césped, imaginó como un robot, en pocos segundos, todo lo que podían ofrecer los futbolistas que tenía en la reserva y cuáles de esas opciones serían más dañinas para el adversario, e hizo los cambios que necesitaba su equipo en los momentos adecuados para volver a meterle carbón a la máquina y terminar de doblegar en algún instante al conjunto local.
Esto fue en el minuto 88, en una larga acción de ataque en la que el Alavés se vio desbordado porque entraron en acción jugadores de mucha calidad dentro de su área, hasta que Fekir le rompió los esquemas con un pase vertical al espacio que ocuparía Joaquín por sorpresa y como la centella que siempre ha sido. La entrada del portuense desde atrás fue lo que es él: inteligencia, visión y velocidad. Su pase atrás, más aún: calidad. Borja Iglesias sólo tuvo que estar en su sitio, cosa que no se valora en su justa medida tantas veces, y empujar el balón al fondo de la portería de Fernando Pacheco. Gol, triunfo y tres puntos. Vuelta a casa por la senda de la victoria, después de un parón liguero al que llegamos con un sabor un poco amargo por la derrota ante un Villarreal que nos zamarreó para que espabiláramos y para que no nos creyéramos los reyes del mambo antes de tiempo. Ganando después en Vitoria, manteniendo el nivel, el Betis hace que aquella derrota tenga alguna utilidad, la del aprendizaje. Como escribí en su momento, fue la del Villarreal un bofetón para no dormirnos, y a la vista está que el Betis no se ha dormido. Pero sobre todo, que es un equipo amplio, equilibrado (que no significa que no sea mejorable, que lo es y seguramente no poco), que tiene un montón de recursos con los que marcar la diferencia con muchos de los equipos con los que compite en esta Liga y lo va a hacer también en la Copa y en la Europa League… y que cuenta igualmente un hombre para manejarlos (los recursos, digo) que es que acierta en la mayoría de las ocasiones, y esto es una ventaja determinante que más allá de un magnífico resultado, que ganar fuera de casa siempre lo es, supone una tranquilidad enorme y el mayor motivo para la ilusión. Tener a Joaquín, con sus cuarenta años y lo que usted quiera, es contar con un activo de enorme valor. Tener a Pellegrini para saber utilizar a Joaquín en el momento preciso es el plus que perfecciona la virtud, y así vamos: ganando otra vez y quedando a la espera del Bayer Leverkusen. Jueves, 18.45 horas, estadio Benito Villamarín, ya saben. ¡Sigamos!
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