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La victoria en Vitoria nos confirma que tener calidad sobre el campo y en el banquillo es un valor enorme y que contar con quien la administre con acierto perfecciona la virtud

Gerardo Torres

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Ganar a domicilio siempre proporciona una satisfacción muy reconfortante. En el fútbol tradicional, en casa es donde se arriesga y donde se empuja con todo y fuera es donde se aguanta y donde se contemporiza. En casa hay que nadar y guardar la ropa y ... fuera hay que guardar la ropa y nadar. Y da igual dónde sea el partido. Aunque la victoria se consiga en el feudo del colista o de alguno de los equipos que andan en las posiciones de descenso, el valor del triunfo siempre es mayor porque los que nos hicimos en el fútbol tradicional pensamos que vencer en campo contrario es por definición más difícil, ya que el rival no se guarda absolutamente nada para vencerte y trata de superarte por todas las vías posibles, por lo que te pone a prueba en defensa, en coordinación, en relevos y coberturas, en la capacidad para salir y en el acierto. Cualquier fallo tiene consecuencias nefastas. Así que hoy es uno de esos días de alegría y de ilusión para los béticos después de que nuestro equipo haya regresado a la Liga tras el parón ganando lejos del Villamarín, en este caso en Mendizorroza, ante un Alavés que por mucho que ahora ocupe una plaza de descenso es un conjunto con sus fortalezas, aguerrido en su feudo y que ha hecho cosas de mérito en sus ocho partidos anteriores del Campeonato.

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