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Betis

La confianza ni tocarla

«La humildad es reconocer que el Villarreal es mejor, y la confianza es la gran fuerza, determinante, que da saber que a pesar de ello está cinco puntos por debajo en la clasificación»

Gerardo Torres

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He de decir, con todos los respetos debidos y no poco dolor, que a mí me parece que el Villarreal es mejor que el Betis. Y que lo es, además, casi en todo. Entiendo que haya disparidad de opiniones al respecto, por supuesto, pero vistos ... los resultados de los enfrentamientos de esta Liga creo que mi visión es certeza y la honestidad me obliga a escribirlo, precisamente por respeto a usted, amigo bético y lector, por mucho que quisiera que las cosas fueran de otra forma. Siempre es mejor arrimarse al pensamiento humilde porque ofrece más posibilidades de crecimiento. Esta antipática creencia de la superioridad villarrealense, adquirida en el partido de la primera vuelta de la Liga y confirmada en este de la segunda, nos tiene que servir para entender mejor el mérito que tiene la clasificación del equipo bético a estas alturas de la temporada, que es enorme. Este segundo duelo con el llamado submarino amarillo ha sido la continuación del primero. Desde el minuto uno. O al menos yo tuve esa sensación. En el Estadio de la Cerámica el buen Betis de Pellegrini se estrelló contra un muro construido por Unai Emery, con orden meticuloso, sobre el músculo y el talento que acumula su plantilla, y desde aquel día he acudido a ese referente en varias ocasiones para recordar que el equipo verdiblanco tiene sus limitaciones, claro que sí, y que no conviene perder esto de vista para evitar que la euforia nos engulla en esos otros momentos que, por fortuna, estamos disfrutando este año. Después de la goleada a la Real en Anoeta, hace tan sólo cuatro días, escribí que el Betis suele dar signos de vulnerabilidad en cada partido, pero que cuando supera esos ratos, cuando sale vivo de ellos, golpea con más contundencia que la gran mayoría de los equipos. Hay ocasiones, sin embargo, en las que pierde ese pulso que proponen los rivales, cuando aprietan fuerte y con ello obligan a jugar al límite, sobre todo en el aspecto defensivo. Y por mucho que nos moleste perder, que molesta siempre, es necesario conocer y también reconocer cuáles son las debilidades del equipo, porque sólo desde esa asunción será posible mejorar.

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