Pellegrini y el Betis: Una apuesta por la experiencia

Arranca en el equipo verdiblanco la etapa de un técnico que regresa al fútbol español tras sus pasos por los banquillos del Villarreal, Real Madrid y Málaga

Mediados de julio y con un campeonato liguero todavía en marcha. Es el escenario que se encuentra el nuevo entrenador del Real Betis . Hoy arranca de manera oficial el tiempo de Manuel Pellegrini (Santiago de Chile, 16 de septiembre de 1953) ... en Heliópolis. El chileno será presentado este mediodía en el estadio Benito Villamarín para empezar cuanto antes a poner las bases del proyecto verdiblanco 2020-21. El Betis está necesitado de un revulsivo después de un año más que decepcionante. Y en estos momentos, a falta de ver los movimientos de entradas y salidas de jugadores, las miradas se centran en la figura del nuevo entrenador, un hombre que ya tiene experiencia acumulada en el fútbol español. De hecho, hoy arranca la cuarta etapa del chileno en el banquillo de un equipo de LaLiga después de las protagonizadas con el Villarreal, Real Madrid y Málaga .

Apodado ‘El Ingeniero’ debido a que a finales de la década de los setenta, mientras jugaba en el Universidad de Chile, consiguió el título de Ingeniero Civil. En dicho equipo militó desde 1973 a 1986. Y allí también arrancó su etapa de entrenador. Pasó por varios conjuntos de su país hasta que en 1999 dio el salto al extranjero. De Ecuador pasó a Argentina. Dirigó al San Lorenzo y al River Plate. Y en 2004 sonó el teléfono. Llamaban de España, concretamente desde Villarreal . El balón fue prácticamente el protagonista principal en los entrenamientos desde su primer día en el entonces denominado Estadio de El Madrigal. Delimitaba el campo con unas cintas de plástico para crear espacios reducidos. Sesiones cortas pero intensas. El equipo trabajaba más «jugando» que «entrenando», sobre todo porque llegó un momento en el que tenía que afrontar partidos oficiales casi cada tres días. Mostraba pocos reparos a la hora de concentrar al equipo. Dos o tres días si hacía falta, sobre todo si en el horizonte se adivinaban desplazamientos largos. Consiguió Pellegrini hacer que el conjunto se acostumbrara a vivir en las alturas de la tabla de Primera división. En las cinco temporadas que estuvo al frente del equipo nunca terminó por debajo de la séptima posición . El Villarreal fue subcampeón en LaLiga 07-08. También pisó fuerte en Europa. Inolvidable el año 2006, con aquella semifinal de la Liga de Campeones y el penalti detenido por Lehmann ante Riquelme que dejó al Villarreal sin opciones de seguir peleando por jugar la final ante el Barcelona. Insistiendo en la necesidad de combinar sobre el césped el toque de balón con la presión y la tensión necesarias para competir, las acciones del equipo y de su técnico fueron creciendo a toda velocidad. Dialogando. Mostrando capacidad para convencer. Tratando de generar un ambiente favorable. Algunos futbolistas reconocían que era un motivador nato. En las buenas y en las no tan buenas. Se recuerdan todavía por Villarreal las ocasiones en las que, a la vista de todos, llamaba a un jugador al centro del campo durante un entrenamiento para mantener charlas que parecían no tener fin. Precisamente el ahora entrenador del equipo castellonense, Javi Calleja , estuvo a las órdenes de Pellegrini entre 2004 y 2006. «Es un técnico con una trayectoria impecable, que ha demostrado su valía durante muchos años, con mucha experiencia, muy buen juego y muy buenos resultados. Para los entrenadores es un referente», señaló ayer mismo Calleja.

El chileno tenía por entonces de segundo técnico a uno de sus más fieles colaboradores, Rubén Cousillas, que también le acompañará en el proyecto bético. En Villarreal, ambos repitieron en la pizarra un sistema, el 4-4-2 , que sobre el papel se presentaba inamovible. Ya que lo que verdaderamente parece tener importancia para el chileno es la idea futbolística. Apostando por los interiores y con dos hombres en el eje. Uno llamado a quitarle el balón al rival y otro destinado a la distribución. Un dibujo que se vería alterado en ocasiones. «Uno de los motivos por los que estoy aquí es el fútbol que ha desarrollado el Villarreal en estos cinco años. Estoy convencido de traerlo al Real Madrid», señaló en junio de 2009. Había firmado con la entidad blanca por dos años pero sólo pudo cumplir uno. A los tres meses modificó su dibujo para dar paso a un 4-3-3. Los 99 puntos sumados en LaLiga no bastaron para ser campeón. El Barcelona alcanzó el centenar. Y las eliminaciones ante el Alcorcón y el Olympique Lyonnais en Copa del Rey y Champions se convirtieron en el principio del fin.

Pocos meses más tarde llegó al Málaga . Se marcó como primer objetivo frenar la sangría defensiva del equipo. Lo sacó de los sótanos de la tabla y la progresión fue total hasta llegar en la primavera de 2013 a los cuartos de final de la máxima competición continental. «En Ecuador o Argentina también tuve una presión muy grande que no me achica, me motiva», señaló cuando llegó al banquillo del Bernabéu. Ahora, once años más tarde, tiene la dirección de un nuevo proyecto en LaLiga, un equipo que necesita reencontrarse con un concepto básico en el fútbol: ganar.

  

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