Derbi Betis - Sevilla
Fekir y Borja obligan a celebrar un empate
En un partido cargado de tensión, el Betis perdona primero y luego mete al rival en el duelo quedándose con nueve toda la segunda parte por dos acciones ingenuas de sus dos referentes de ataque
Los de Pellegrini desperdician una ocasión que se perfilaba única para asestar un duro golpe a su gran rival y terminan pidiendo la hora con una defensa numantina
Betis - Sevilla: resumen, resultado y goles (1-1)
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Iniciar sesiónTenía el Betis ante sí una oportunidad única este domingo para asestar un golpe decisivo a su eterno rival y no supo gestionarlo con cabeza ni estar a la altura de las circunstancias. Se había citado con la historia, como le pedía su afición, pero ... Fekir y Borja le pusieron los cuernos al destino con dos expulsiones que llegaron cuando su equipo ganaba y tenía a uno más en el terreno de juego. Incomprensiblemente, los béticos se quedaron con nueve toda la segunda parte por jugar acelerados, sin la dosis de paciencia y cerebro que reclamaba el momento, y se vieron obligados a cambiar por completo de plan cuando su gente demandaba aplastar a su oponente, que comenzaba el choque como penúltimo de la tabla.
Manuel Pellegrini tuvo que reestructurar el dibujo por completo y parapetar a su equipo atrás para aguantar la inferioridad como se pudo. Y resistió, de hecho, porque sólo un zapatazo brutal de Gudelj pudo perforar la meta verdiblanca y colocar el empate, pero tal y como pintaba el encuentro tras el uno a cero, la sensación de frustración resultó inevitable una vez pitado el final. ¿Había mejor escenario que el que tenía ante sí el equipo de Heliópolis? No. ¿Por qué lo destrozó el Betis en diez minutos? Misterio. La cuestión es que con el acoso final de los de Jorge Sampaoli , la paradoja estaba servida: hubo incluso que respirar aliviado y casi celebrar la igualada definitiva. Así es el fútbol y así la rivalidad sevillana.
Todo a pesar de que se presentó el cuadro verdiblanco con reforzada ambición para golpear sobre la mesa y con un once con Aitor en la línea de tres cuartos en lugar de Luiz Henrique y de Rodri para aportar velocidad y desborde por el costado de Montiel, que ciertamente lo pasó mal. La demostración del canterano en el partido de Liga Europa le sirvió de aval para estar entre los elegidos y, de hecho, fue uno de los más activos de arranque en un partido con un ritmo muy intenso, impropio de los primeros minutos de un choque así. La otra novedad fue Edgar en el centro de la zaga, que completó un derbi espléndido y fue un verdadero baluarte.
A la velocidad bética intentó el rival poner pausa y posesión, dominando más la zona ancha con cuatro jugadores frente a los tres béticos. Por eso tanto Ruibal como Fekir buscaron desde el primer momento romper las líneas entrando por los costados, que fue cuando causaron más peligro. Sin embargo fue una galopada espectacular de Canales a los 18 minutos la que generó la primera gran ocasión de Fekir, que golpeó con la derecha al exterior de la red tras recibir el paso del cántabro. En el 21, además, fue Ruibal quien falló al mandar alto un balón que culminaba otro jugadón de Canales, que envió de tacón a Borja rompiendo las líneas defensivas rivales para que el gallego asistiese al canterano. Montiel le estorbó lo suficiente para evitar un remate franco. Los verdiblancos asustaban pero no estaban nada cómodos en el campo.
Todo se movía en transiciones, a contraestilo para un Betis que dependía demasiado de las acciones individuales de sus referentes de ataque, hasta que el derbi estalló de la propia tensión. En el minuto 35, una entrada salvaje y a destiempo de Montiel a la rodilla de Álex Moreno que el VAR corrigió al colegiado -había sacado sólo amarilla- dejó a los sevillistas con diez en el campo y el duelo muy a favor de los verdiblancos, que ocho minutos después acabaron imponiendo esa lógica numérica al anotar el 1-0 con un balón que Carvalho mandó al área, controló de espaldas Canales y al intentar despejar Gudelj, el balón rebotó en Navas y se coló por encima de un Bono, con algo de torpeza, no logró desviar.
Pero el delirio de los aficionados con la ventaja en el marcador y en efectivos se amargó con la acción en la que Sánchez Martínez expulsó a Fekir ya en la prolongación de la primera parte. Con uno más y al borde del área rival, el francés protegió un balón ante el acoso del Papu con un braceo tan arriesgado que acabó golpeando en la cara del argentino . La ceja herida y la sangre terminaron por alertar al VAR, que volvió a avisar al árbitro para que revisara la amarilla que mostró al bético. Roja. Otra vez roja por soltar los brazos. A la calle Fekir , al que el mismo colegiado ya había echado dos veces en su carrera. ¿Era roja? Con el reglamento y la praxis actual, en nueve de cada diez ocasiones. En el escenario al que se ha trasladado a este deporte y con la carga de compensación que el trencilla podía dar a la acción tras haber actuado el VAR minutos antes, más que rigurosa la cartulina colorada era inevitable.
Extraño efecto psicológico
Pero la cosa no se quedó ahí. La situación de triunfo momentáneo en el marcador tuvo un efecto psicológico absolutamente extraño en los béticos, que fallaron entonces dos goles cantados . Uno antes del descanso de Borja en un mano a mano que sacó con el pie Bono cuando el estadio cantaba el segundo y otro face to face al arrancar la segunda parte, esta vez con Álex Moreno rematando y el arquero sevillista salvando el tanto. Todas las opciones de apuntillar fueron desperdiciadas y nada más comenzar la segunda mitad Borja Iglesias terminó de pintar el cuadro tenebrista con una entrada incomprensible a Jordán en una presión desastrosamente ejecutada que terminó con el tobillo del sevillista bajo los tacos del delantero local. El VAR volvió a activarse y expulsó al punta albiverde. El Betis, con nueve con cuarenta minutos por delante. La torpeza de varios de sus futbolistas provoca un giro radical de la atmósfera en apenas diez minutos. La reestructuración tenía que ser total y Pellegrini colocó a Canales solo arriba con Guido, Carvalho y Aitor detrás de él. A agazaparse y cubrir huecos como se pudiera. Las opciones de acercarse al área del oponente quedaron reducidas al máximo. Duro panorama.
A la hora de encuentro entraron Guardado y Luiz Henrique por Carvalho y Aitor para redoblar la presión ante un Sevilla que era ya, obviamente, dueño del balón. No se trataba ya de un plan B sino de un plan C de Pellegrini. Pero la tensión podía más que el fútbol y las decisiones arbitrales no dejaban de ser protagonistas, aunque en el minuto 70 por omisión más que por acción. Sánchez Martínez dejaba en amarilla una zancadilla sin balón a Canales cuando se iba hacia el área a apoyar una contra de Luiz Henrique. Entendió el árbitro, de manera más que discutible, que fue sólo una falta táctica sin violencia y evitó la sanción mayor por cortarse una acción más que prometedora.
La defensa numantina del Betis, cerrando espacios y con un Edgar descomunal, llevó al equipo a tener prácticamente defensa de cinco con Guido dando varios pasos atrás, pero la lógica se terminó de imponer en el minuto 81 con un zapatazo brutal de Gudelj desde más de 30 metros que resultó imposible de desviar para Bravo. Se rompió el muro a cañonazos. Sólo así. Como el que intentó de nuevo Gudelj ya en el 89 que se estrelló de forma espectacular en el larguero y uno más en el descuento, en la jugada final, con un chutazo al que respondió con un paradón impresionante Bravo cuando se mascaba la tragedia para un Betis que se vio obligado a jugar a algo que nunca esperó por la cantidad de circunstancias adversas a las que se enfrentó. Cuando pasen las horas, los días, las semanas, hasta los meses, eso sí, pocos en el Betis podrán olvidar que este derbi fue una gran ocasión perdida . ¿Pero lo ha sido más para los de Nervión?
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