Betis - Sevilla

El derbi examina el cambio de favorito

Los trece puntos que separan al Betis, en Champions, y al Sevilla, en descenso, condicionan las evaluaciones previas

Pellegrini recupera finalmente a Guido mientras que Sampaoli espera contar con Fernando y Nianzou

A las 21.00 volverán a detenerse los relojes de la ciudad. No habrá atascos, usted podrá pasear tranquilamente sin riesgo de aglomeraciones y el silencio poblará de manera mayoritaria las calles, trufado con algún susto en forma de gol, uy o ay. Interjecciones habrá ... para todos los gustos desde bares, ventanas y balcones. Y desde un estadio con casi 60.000 almas moviendo con sus ánimos, sus voces y su pasión a los 22 representantes que perseguirán una pelota con el cierto objetivo de repartir felicidad y desdicha a partes iguales. Vuelve el derbi, el motor del fútbol de esta ciudad llamada Sevilla que disfruta y sufre con sus equipos, que anhela gloria pero se agarra a cualquier superstición sobrevenida para regatear los malos pensamientos, que también se cruzan. Instrospección o verborrea en la barra del bar, ustedes eligen qué hacer en las previas, pero a las 21.00 todos querrán ver ganar a su Betis o a su Sevilla y quedarán olvidados esos juegos tan clásicos como inútiles de las especulaciones, dardos, estrategias...

La verdad del derbi está en las calles. Y en las gradas. Donde se juega todo el año. En el campo, por suerte, como la Feria y la Semana Santa, se disputa ocasionalmente. Así no hay empacho, así se espera el reencuentro con ganas. Y hay muchas para el de esta noche. Sobre todo en la acera bética. La novedad principal en el derbi es que el Betis es, esta vez, el favorito. El momento de madurez mostrado por los de Pellegrini eleva las dosis de confianza en Heliópolis, donde no se rehúye del papel de favorito. Una condición que tiene el fundamento de los trece puntos de diferencia y lo que indican de por sí las zonas en las que habitan ambos conjuntos (Champions y descenso). Y una motivación que, más allá de la clásica rivalidad, se ha llevado a lo personal entre los jugadores después de lo sucedido en enero en el duelo copero con el lanzamiento del palo a Joan Jordán y las acusaciones de los futbolistas verdiblancos. Esa herida sigue abierta y es el motor principal de la motivación para los integrantes de la caseta bética: ganar para que su afición pueda celebrar esta alegría en el campo, ya que entonces tuvo que ser desalojada.

En el Sevilla también se avivan internamente esas rencillas porque entonces fueron eliminados y porque las cicatrices no se cerraron por todo lo comentado antes, durante y después, aunque aquel 2-1 en Nervión fue balsámico y encorajinado. Pero la preocupación mayor entre los hoy visitantes es poder utilizar el duelo ante el eterno rival como la palanca de recuperación que esperan, afición, club y plantilla desde la llegada de Jorge Sampaoli para corregir el camino trazado por Julen Lopetegui. No lo ha logrado el argentino hasta la fecha pero el choque de hoy vale doble en ese sentido, porque derribaría de un golpe dos sensaciones negativas: los puestos de descenso y la siempre condicionante situación del eterno rival. Porque la lectura local, quieran o no los protagonistas, siempre afecta. Ya vivió Sampaoli derbis en su primera etapa y simplemente hay que ver cómo celebró el 1-2 en la 2016-17 tras acertar en el descanso con el providencial cambio de Iborra.

Las previas, además del juego de pasarse la patata caliente del papel de favorito, han estado trufadas por las noticias sobre el estado físico de los protagonistas. Mientras en el Betis han desvelado con naturalidad que Guido jugará, en el Sevilla hicieron lo propio con la baja de Marcao y han sorprendido con la presencia de Nianzou y Fernando en los entrenamientos, muchísimo tiempo después de que ambos cayeran lesionados y sin que fuera algo esperado. Ambos cuentan hasta con opciones de ser titulares dadas las bajas en el entramado defensivo sevillista, la línea que más está sufriendo este curso con respecto a la anterior. Una involución que le lleva a estar entre los más goleados cuando hace unos meses Bono celebraba el Zamora.

Tiene el Betis ante sí una oportunidad histórica de recrearse en los problemas que atenazan a su eterno rival, que ha sido gigante en sus logros en los tres últimos lustros. Esa condición de favorito que estrena el Betis en tiempos contemporáneos la ha asumido con tranquilidad el grupo verdiblanco pero está por ver si pasa factura la tensión de considerar obligación un triunfo cuando hay entre su gente personal que pide hasta goleada. El gran error verdiblanco puede ser querer meter el segundo gol antes que el primero y para evitar esa precipitación ha hablado Pellegrini desde la caseta. Sampaoli es todo lo contrario, coge de la pechera a quien sea para que salga despierto y muerda, porque no ve el fútbol de otra manera el argentino, porque le encanta la presión de los derbis y le motiva sobremanera que el rival tenga la condición de favorito, para darle la vuelta, para rebelarse. Como juez de todo lo que ocurra estará Sánchez Martínez, a quien desde cada bando ya le han recordado el listado de agravios. Que si el penalti de Alaba a Ocampos, que si su persecución a Fekir, que si el tropezón de Messi ante Promes, que si es el que más tarjetas saca a los béticos... El caso es que hablamos de un colegiado internacional que se estrena al fin en este duelo. No debe superarle, no debe ser protagonista. Sí los jugadores, sí la grada, sí Sevilla y sí el fútbol, que es el marco de esta fiesta.

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