El Tercer Tiempo: Girona - Betis
Día de la creatividad
El beticismo celebra soñar con la Champions
Atlético de Madrid - Betis, en directo

El Betis ganó 1-3 en Girona con una exhibición de fútbol en el Día Internacional de la Creatividad y la Innovación. La celebración de ese día se remonta a 2001, cuando la canadiense Marci Segal instauró una jornada a favor de la creatividad en ... Toronto, motivada por la convicción de que los canadienses experimentaban una «crisis de creatividad». En algunas localidades de España, como del resto del mundo, el 21 de abril se celebran talleres de expresión artística y las empresas organizan concursos de innovación para idear un nuevo producto. Los futboleros nos congregamos delante de la pantalla o fuimos al estadio Montilivi para ver cómo se encarna la creatividad en jugadas trazadas sobre el césped.
El Betis fue un perfecto compendio de contundencia e inventiva, frente a un Girona desconectado. La escuadra verdiblanca asfixió a su contrario a base de presión alta, intensidad y rapidez. Y, una vez con el balón, el Betis resulta mortal si sus mejores jugadores tienen el día. A diferencia de otros entrenadores, Pellegrini no maniata a sus jugadores más creativos. Que Antony se sienta a gusto desde que llegó, tiene que ver tanto con el fútbol que practica el Betis, como con aquello que el club y la afición pide a sus jugadores. El brasileño bailó con el balón, como gusta en Sao Paulo... y en Sevilla. Volvió locos a sus marcadores, se adornó con «arabescos» cuando quiso y remató magistralmente, con el interior, un centro de Perraud. Isco, su compañero de magia, también volvió a ser determinante: sacó el córner que remató brillantemente Johnny, se movió por todo el campo, dirigió con lucidez los ataques más peligrosos de su equipo y, encima, marcó el tercer gol de un certero cabezazo. Deberían declararle «patrimonio artístico español».
Con Antony e Isco, el beticismo sueña con jugar la Champions el año que viene. Al sur de Despeñaperros, el gusto por los jugadores con imaginación viene de antiguo. Ya en los años 10 y 20 del siglo pasado, los futbolistas más admirados eran los que anteponían el desparpajo y el regate a la fuerza bruta y el orden. La llamada «escuela sevillana», a la que contribuyeron tanto futbolistas sevillistas como béticos, no solo se basaba en el toque de filigrana y las asociaciones rápidas entre jugadores, sino en intentar llevarse el gato al agua frente al adversario a base de jugadas inimaginables, que no están en el guion. Eso es exactamente lo que intentan una y otra vez Antony o Isco, que se permitió, incluso, algún caño o «cachita», como se decía en mi época.
«Los jugadores diferentes están en extinción», cree Álvaro Benito. Juanma Lillo siempre me dice que lo que abunda son los «jugadores de piscifactoría: todos iguales, estandarizados». Para el ayudante de Guardiola en el City, el fútbol de hoy está aquejado de «dostoquismo»: el jugador ha automatizado que todo el juego pasa por controlar el balón y pasársela al compañero. Casi nadie asume el valor de romper con el modelo e improvisar en función de cada momento, pues a veces es mejor jugar a un toque y otras, como hace Isco, conducir el balón. Los buenos jugadores, según Lillo, son los que saben cuándo hay que dar un toque, tres, siete o rematar de primera, como hizo Antony para mandar el balón a la red.
Algunos de mis colegas universitarios se lamentan de que la gente no vaya al teatro, a la ópera o a espectáculos de danza, donde podrían deleitarse con el producto de la creatividad: arte en movimiento. Igual es que prefieren vivirlo en un estadio de fútbol. Los béticos presentes en Montilivi cantaron a Isco el cumpleaños feliz, por sus 33 años, y reconocieron con aplausos a Antony por su despliegue artístico, el mismo día en que nos dejó el Papa más futbolero y original. 21 de abril: Día de la Creatividad.
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